
Al crecer nuestra mente de niños se va corrompiendo y perdiendo su capacidad. Hablo por mí, compartiendo culpa por dejarme absorber en otros tiempos por la tele-basura, los videojuegos, el internet ocioso o la rutina. Al desperdiciar nuestras neuronas no tenemos idea del potencial que estamos perdiendo, al que solo nos basta con dormir para desarrollarlo y disfrutarlo. Mi curiosidad por el tema resurgió luego de ver la última película de Christopher Nolan. Aún cuando éste recurre a la acción para generar audiencia en un tema en podría haber sido más pausado y metafórico, creo de todas maneras que es una gran película por hacer un buen balance de todos esos elementos cinematográficos. Los detalles de producción están bien cuidados, sin que la historia se dibuje a brocha gorda.
Inception (2010) parece una película de guerra corporativa, peleada por soldados de cuello blanco que se adentran en el inconsciente de magnates para robar sus secretos empresariales. Pero el conflicto personal de Dom Cobb (Leonardo Dicaprio) un extractor de sueños acechado por el fantasma de su mujer, es el tema principal de la película. Creando sueños dentro de los mismos sueños, Cobb reúne a un equipo experto en temas oníricos para emprender una última misión que le permita repatriarse y así reunirse con sus hijos.
Cobb y su equipo no la tendrán fácil para inducir un origen en la mente de Robert Fischer (Cilliam Murphy). Éste joven magnate tiene un inconsciente entrenado y armado para enfrentar a cualquier invasor que se sueñe. El espectro de la esposa de Cobb hará lo que pueda para sabotear la misión. Pero el verdadero peligro está en morir dentro del sueño, pues en lugar de despertar se caerá a un limbo que dure años paralelos al tiempo real. Debido al potente sedante usado para tener los sueños compartidos. Antes Cobb y su esposa (Marion Cotillard) ya estuvieron ahí. Donde fueron capaces de diseñar una ciudad que fuera su utopía onírica.
No niego como mencioné atrás, que esta película aumentó mi interés por el tema. Pues como lo admite la arquitecta Ariadne (Ellen Page), cuando soñamos podemos tener una infinita capacidad creativa. Cuestión en que nos vemos algo limitados cuando estamos despiertos. Sin embargo nada es gratuito porque en todo sueño siempre puede haber pesadillas. No necesariamente de monstros o sustos, sino en ser perseguidos indefinidamente a través de los laberintos infinitos que son las escaleras de Penrose.
Cobb y su equipo no la tendrán fácil para inducir un origen en la mente de Robert Fischer (Cilliam Murphy). Éste joven magnate tiene un inconsciente entrenado y armado para enfrentar a cualquier invasor que se sueñe. El espectro de la esposa de Cobb hará lo que pueda para sabotear la misión. Pero el verdadero peligro está en morir dentro del sueño, pues en lugar de despertar se caerá a un limbo que dure años paralelos al tiempo real. Debido al potente sedante usado para tener los sueños compartidos. Antes Cobb y su esposa (Marion Cotillard) ya estuvieron ahí. Donde fueron capaces de diseñar una ciudad que fuera su utopía onírica.
No niego como mencioné atrás, que esta película aumentó mi interés por el tema. Pues como lo admite la arquitecta Ariadne (Ellen Page), cuando soñamos podemos tener una infinita capacidad creativa. Cuestión en que nos vemos algo limitados cuando estamos despiertos. Sin embargo nada es gratuito porque en todo sueño siempre puede haber pesadillas. No necesariamente de monstros o sustos, sino en ser perseguidos indefinidamente a través de los laberintos infinitos que son las escaleras de Penrose.
