
(Advertencia de spoilers)
El domingo volví a ver el Laberinto del Fauno (2006), que en su momento la vi en el cine y luego un par de veces en dvd. En su momento me fascinó mucho, igual que ahora con una nueva vista. A veces es bueno volver a ver una cinta luego de mucho tiempo, porque con el bagaje que vamos ganando o bien la saboreamos más o terminamos regurgitando a la hora de los créditos. Además, nos puede dar un criterio diferente porque de una época a otra podemos ser personas muy opuestas.
En la infancia solemos tener amigos imaginarios que sacamos de la mente o de los libros que leemos. Al crecer así como vamos perdiendo la capacidad de inducir sueños lúcidos, nos vamos encaminando en la ruta del escepticismo. Adorando las nuevas deidades imaginarias que nos sermonean en una iglesia, o bien encaminarnos a causas (que suele derivar en diversos fanatismos) que den sentido a la existencia. Son pocos que en edad adulta prefieren pensar como niños, los cuales terminan en manicomios o sanatorios por no encajar en las jerarquías del escepticismo.
En el caso del Laberinto del Fauno, las jerarquías de escepticismo se dan por la brusca acción de la Guerra Civil Española; ya finalizada salvo por focos de resistencia. Como un pez que aletea ahogándose en el aire, buscando entrar de nuevo en el agua. Don Paco y sus Falanges buscan afianzar sus cimientos a base de autoritarismo. Los guerrilleros en cambio se resisten a la derrota y ese nuevo orden que polarizará el país. En la línea de fuego siempre está la gente, adultos sucumbidos al miedo y niños o niñas como Ofelia que buscan huir de cualquier forma. Ante el miedo que le genera el autoritarismo de Vidal (Sergi López), un militar sádico y sarcástico como el Amon Goeth que interpretó Ralph Fiennes en La Lista de Schindler (1993), Ofelia (Ivana Baquero) se refugia en los cuentos de hadas que trae al campo donde está acuartelado el regimiento de su padrastro.
Ofelia está obligada a vivir en ese mundo de adultos, por lo que las hadas de esos libros de fantasía la conducen a la mitad de un laberinto donde encuentra un fauno. Un ser mitológico del mundo pagano, el cual posiblemente fue satanizado por el cristianismo con la llamada bestia del patas de cabra. Vemos una película un fauno muy opuesto a los de C.S. Lewis en Narnia, un ser arbóreo ambiguo de pensamiento; de aire ladino e incluso traicionero. La guerra de Vidal contra los últimos bastiones guerrilleros se traduce para Ofelia en las tres tareas que le asigna al fauno. En frente se ve a un enorme sapo que carcome las entrañas de un enorme árbol, un hombre pálido impasible pero sanguinario que busca tentar con la mesa servida y una prueba final que trata de medir la integridad. Aún así, queda en evidencia que el auténtico monstruo es el Capitán Vidal por todo lo que es y representa.
Al final de la película cuando Ofelia está con el fauno a mitad del laberinto, Vidal quien la iba persiguiendo da con ella pero la ve sola (pero a los ojos del espectador la observamos con el fauno. Aquí fue cuando ayer llegué a la conclusión de que el fauno en la película nunca existió realmente. Todo lo que vimos en la película referente a Ofelia fue producto de su imaginación. Parece cruel, aunque es obvio dentro de lo racional. Esa era la salida que tenía Ofelia, que a diferencia de los adultos gozaba con la ventaja de ser niña. A pesar de los malos tiempos que vivamos, nunca seremos tan libres como lo somos en la infancia. Que otra salida le queda, salvo recurrir a su mente.
Cuando Ofelia es asesinada por el infame Vidal, encuentra la libertad en su imaginación. No existirá ese reino subterráneo en donde es princesa, pero aferrarse a esa idea en el último momento de su vida es quizá lo que le dé valor a su existencia personal; aunque en ojos adultos no cuente para nada. La vida no vale mucho en un mundo de guerra y represión, donde cualquier fuego de oposición es apagado con violencia. En esas circunstancias a veces creo no hay mucha culpabilidad en fantasear. Sobre el término piensó que no necesariamente es recurrir exclusivamente a los cuentos de hadas.