21 de noviembre de 2011

Arriagado



Soy chilango. Nacido en el 58. Piscis, del trece de marzo. Soy hijo de Carlos y Amelia; esposo de Maru; padre de Santiago y Mariana; hermano de Patricia, Carlos y Jorge; tío de Alan y hermano de esos otros hermanos que son los amigos. No fumo no bebo. Soy abstemio desde niño. Detesto a los que dicen: “Desconfío de los que no beben alcohol”. Detesto también a la gente pusilánime, admiro a los intensos, a los que van con todo, a los que no se detienen ante nada, los hombres y mujeres que dejan pedazos de piel donde caminan. Carezco de olfato y me quedé calvo. De chavo era muy malo para la madriza (por eso precisamente no tengo olfato), pero luego me compuse y aprendí a meter las manos. Intenté ser boxeador de peso semicompleto y futbolista profesional. No lo logré. Pude ser un buen basquetbolista, pero me ganó la desidia y terminé como jugador de cascaritas de apuesta. Crecí en la colonia Unidad Modelo, Delegación Ixtapalapa, en México D.F. Mido 1,88 y peso 90 kilos.
Soy cazador. Como dice Miguel Delibes: “un cazador que escribe”. La cacería es uno de los últimos y más profundos ritos a los cuales puede acceder un ser humano. Nos enfrenta a las contradicciones más terribles: muerte-vida, belleza-crueldad. Otorga un sentido de identidad: entre el lodo, la sangre, el viento, la lluvia, el sol, descubrimos que pertenecemos ferozmente a la naturaleza. De ella han surgido todas mis historias. La literatura también es uno de nuestros últimos ritos. Contando historias los seres humanos podemos celebrar los hondos dolores de la vida. Por eso se siguen escribiendo novelas, cuentos y guiones. Por eso escribo yo. Las influencias en mi obra son la calle y el monte. Siempre, más que otros libros. La vida misma, con crudeza y su dulzura, con sus desgarros y sus festejos. Mis autores favoritos son aquellos que beben de lo humano. Como decía Saint Beauve: “Prefiero los libros lo más posible hombres y lo menos posible libros”.
Soy autor de: Escuadrón Guillotina (1991), Un dulce olor a muerte (1994) y El búfalo de la noche (1999) y un libro de cuentos, Retorno 201 (2003). Mi obra está traducida al inglés, alemán, griego, checo hebreo, holandés, portugués, italiano y francés. No hay mayor privilegio para mí que ser leído en otro país. Soy también autor de Amores perros (2000), 21 gramos (2001) y Babel (2006) y Los tres entierros de Melquiades Estrada (2005) dirigida por Tommy Lee Jones. Por esta obra gané la Palma de Oro al mejor guión en el Festival internacional de Cine de Cannes en el 2005.
Tomado de las solapas de los libros de Guillermo Arriaga.

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5 de noviembre de 2011

Una road movie por la ruta jacobea



Como suele pasar siendo novato en cuanto a gusto literario inicial, cuando comenzamos a consumir bets-seller El Peregrino de Paulo Coelho generalmente es de las primeras opciones. Dejando de lado el discursillo de autoayuda que el autor busca vendernos, llama la atención una tradición religiosa que va más hacia la aventura que sobrevive con el paso de los siglos. No se cuestiona la vocación cristiana-católica de España, arraigada por defecto en sus colonias latinoamericanas derivando en costumbres y mentalidades oscurantistas. Sin embargo, hoy el Camino de Santiago no parece ser algo exclusivo de fanáticos religiosos que caminan penitentes a la tumba del apóstol.
The Way (El Camino, 2010) es protagonizada por Martin Sheen. Este veterano actor de raíces gallegas e irlandesas se pone a la orden de su hijo Emilio Estevez; director, guionista y actor del proyecto para mostrar el drama de un padre que se entera de la muerte de su hijo el cual iba a empezar una travesía hacia Santiago de Compostela. Renuente en el principio, decide comenzar la caminata que dejó inconclusa su hijo Daniel (interpretado también por Emilio Estevez) en Jean Pie-de-Port en la frontera con Francia. Irá pasando por rústicos y ancestrales pueblos a lo largo del norte de España. Con las dificultades que suele dar cualquier andanza Sheen se irá encontrando con gente de diversas geografías, que sin embargo no peregrinan por razones estrictamente religiosas.
Si hay algo que rescato a esta cinta es no pegarse a una sola visión religiosa, porque el argumento se prestaba dar gastados sermones de iglesia. Se va en cambio a cosas más personales e incluso mundanas. Pues más que una romería que se haga por tradición, quizá su auge va entre un viaje existencial o al simple deseo aventurero. Esto hace que hoy el Camino de Santiago no le sea excluyente al mundo, cada vez más escéptico y secular. Ni siquiera excluir como pasa en la historia si los nuevos peregrinos fumen marihuana, busquen placeres carnales en las posadas, traten de bajar de peso o bien intenten salir de un bloqueo creativo. Tanto espectadores como personajes, no dejamos de asombrarnos por los evocadores entornos y la inmensa riqueza cultural de la también llamada Ruta Jacobea.
Tengo entendido que The Way se estrenó hace ya casi un año en España. Soy muy optimista sí creo que se vaya a exhibir en países como Costa Rica. De todas maneras no la excluyo de los videoclubes y al Internet. Buena recomendación para quitar malos sabores de boca como Vicky Cristina Barcelona y la gastada imagen ibérica que da, en gran parte gracias a la vomitiva visión de mundo de Woody Allen. El cual se limita a ambientar sus pedantes historias con lo que dice la publicidad turística. The Way en ese punto le gana por goleada por mostrar un relato más honesto con sus personajes, la gente y el entorno que pueblan el trayecto a Santiago de Compostela.