27 de septiembre de 2011

El curioso caso de Mr. Nobody



De muchos recursos y ambientes, la película de Mr. Nobody (2009) no hay orden en cuanto a la estructura convencional de la historia se refiera. Lo que no quiere decir que falte coherencia. Da la sensación de leer el final de un libro en el primer capítulo.

Relatos que parecen metidos unos en otros, donde hasta hay campo para la ciencia-ficción en viajes estelares a Marte de caótico final. Las dudas cósmicas de que si la expansión o contracción del universo inciden más que una gota de agua, una hoja seca o el aleteo de las mariposas. Nemo Nobody (Jared Leto) es un bicho raro al saber sus mil un destinos posibles según cada insignificancia que haga. En un futuro transhumanista es una especie de fósil de otras épocas en donde las personas podían morir. El personaje tiene la certeza de saber todos los “y si hubiera” en sus mil y una posibles vidas, lo que parece convertirlo en un ser miserable. Pues no hay mucha satisfacción en viajar en los túneles cuánticos de Donnie Darko para ver que hubiera sido mejor o no.

Por ratos me pareció que trató de abarcar mucho de lo que podía aguantar, por eso quizá Mr. Nobody me dio para divagar de sobra; más allá de lo que pueda medir la nomenclatura de la crítica de cine. En los diversos variados pasados, presentes y futuros de Nemo Nobody este no parece contento con lo que le puede tocar: una vida de clase media con una esposa neurótica. Otra de lujos y abundancia con un matrimonio a conveniencia. Una más contestataria y rebelde propia de un ermitaño urbano que trata de rencontrarse con la persona que lo complementó tiempo atrás. Aún por las diferencias ninguna parece mejor que otra, pues las insignificancias marcan un rumbo inconforme.

21 de septiembre de 2011

A esto hemos llegado

Imagen tomada del blog La Calle Morge

Este es el reverso de una de las entradas de la película El Árbol de la Vida (2011), que recientemente se ha estrenado este año luego del Festival de Cannes en donde salió premiada. Son cosas como esta que decepcionan de mi generación. Nunca he visto un insulto a ese nivel hacia un artista (llámese cineasta, escritor, pintor, músico, etc), más tratándose de Terrence Malick que no es uno del montón. Industria y público no pueden caer más bajo.

Indignante.

17 de septiembre de 2011

Lo que divago con El Regreso de Hernán Jiménez


ESTO ES COSTA RICA



Ciudad

El olor café chorreado por las mañanas. Desayuno calentado en microondas. Taxis y buses peleando por cada centímetro de calle. Los indigentes que aún siguen durmiendo en los cartones. Las sodas de las esquinas vendiendo empanadas y pollo frito. La gente apurándose para llegar temprano al trabajo o la U. Los empleados de la muni, el MOPT o el AyA trabajando al compás del taladro. Algún local asaltado. La gente caminando por los bulevares. Los que venden películas pirateadas en mala calidad. Las palomas de la Plaza de la Cultura. Las nicaragüenses que venden nacatamales. Los letreros feos y sucios de cada local. Los aguaceros en los que no tenemos con qué taparnos. Los haitianos que venden paraguas. Los vendedores ambulantes que se suben a los buses a todo pulmón. Los que asaltan en las calles. El Paseo de los Estudiantes transformado en Barrio Chino. Las presas de 7am y 5pm. Los precarios donde ya no cabe la gente. Las calles estrechas donde pueblan los carteristas. Los vidrios empañados de los buses y taxis. Las casas enjauladas con rejas. Los amigos metaleros. Algún botadero improvisado en un céntrico lote abandonado. Los piedreros que piden una tejita. Los bares llenos. Las telarañas de cables de luz con varios pares de tenis enrolladas. Los que caminamos sin mirar a nadie…

Campo

Los que madrugan para viajar dos horas en bus hacia su lugar de trabajo o estudio. La especie en vías de extinción llamada agricultor, hombre de sol a sol y de días nublados. Los que se levantan a mitad de la madrugada al primer canto del gallo. El fogón y la cocina de leña. Los yiguirros que llaman la lluvia. Aguadulce con gallo pinto. La tortilla con queso. El indio gnobe que viene a coger café (materia prima de Starbucks) desde Panamá para recibir una miseria de salario. Los mecánicos ociosos que se hacen piques en motos o cuadraciclos. Las fiestas de vecindario con reguetón, bachatas y cumbias a todo volumen por doce horas. Los que van en carro para no caminar hasta el super de la esquina. Los vecinos chismosos. Los piratillas que se parquean en el centro del pueblo. Las viejillas santulonas. El cura que se cree el dueño del pueblo. Las mejengas en los caminos. Los amigos metaleros. Las familias que aún crían animales de corral. La gente desconocida que saluda en la calle. Los que dan algún aventón al que va caminando. Los que buscan dinero fácil, pero pagandolo caro. La tierra mojada. El olor de la flor de café en mayo. La certeza de una hora de tranquilidad en la calle…

…el olor a café chorreado por las mañanas.

Me aleje o no, para bien o mal. Todo esto fue, es y será mi casa.

6 de septiembre de 2011

Antes del regreso hay que pasar por el puente rojo


The Red Bridge from Hernan Jimenez on Vimeo.


Luego de mucha espectava y publicidad en redes sociales y del boca a boca, el realizador Hernán Jimenez finalmente estrenó El Regreso (2010) en las salas de nuestro país. Eso ya apenas un año de exhibir su primera película A Ojos Cerrados (2008), la cual que no contó con la económica ayuda rápida que tuvo El Regreso gracias a la plataforma de donación de Kickstarter. Esto le permitió a cinesta costarricense agilizar un estreno pronto. Terminar de filmar una película es la mitad del trabajo de la misma, por lo que la tarea de post-producción y difunción suele ser ardua. En especial en el patrocinio.

Por cuestiones geográfica todavía no he visto la película. Si no pasa nada extraordinario es posible que para esta semana haya ido al cine, al igual que las más de 12 000 personas que fueron el fin de semana para ver El Regreso. Por mientras me encontre por ahí un buen cortometraje de Hernán llamado The Red Bridge, el cual supongo lo hizo en su época como estudiante de actuación. Acá este realizador ejérce como hombre orquesta, haciendo prácticamente toda la producción en un corto simple, pero muy surtido de virtudes en especial lo visual. Sacando provecho a los paisajes urbanos de la ciudad de San Francisco.

Resulta buen aperitivo vísperas de ir a la sala de cine. Vemos a Hernán entonces mirar por última vez al Golden Gate, para verlo más tarde bajar del avión en el áeropuerto Juan Santamaría.