27 de marzo de 2011

Road Movie







Viajar solo a través de una pantalla es un escapismo hipócrita de quienes, aún con un poco de suela gastada, todavía guardamos sedentarismo. Cuando tengamos la necesidad emocional de agarrar una mochila, meter en ella ropa, una cámara de fotos, cuaderno de apuntes y así hacer trillo con nuestra suela o con el pulgar es (como dijo un amigo de Facebook y de la vida real) cuando ya hagamos la película de nuestras vidas.

Como anécdota no olvido en un viaje veraniego a Bahía Ballena, la aventada que nos dio un australiano a un par de amigos y a mí desde playa Dominical. Era estar en una película de Jarmusch, donde los personajes se entienden aún sin dominar el idioma del otro. Nos llevó unos cuantos kilómetros por la Costanera Sur, que tras media hora de hacer dedo otro samaritano nos completó el ride hasta el pueblo de Uvita. De ahí bastó con armar la tienda, algunos sándwiches y un par de imperiales para disfrutar del agua cálida de mar.

Envidio bastante aunque de buena fe a los que han sellado pasaporte en las aduanas. Yo si acaso he pisado como 50 metros de territorio panameño en la frontera de Sixaola, lo que en cierta manera no cuenta. Costa Rica de momento se mantiene verde y espera que siga escudriñando interesantes sitios sin conocer. Pero el mundo es demasiado grande para solo limitarme a estas fronteras. Noto en gente viajera una madurez muy por encima de mí, que me hacen ver como un niño. Porque viajar (no pasear exactamente) implicar batallar y apretarse el cinturón. Son andadas de búsqueda y huída que para bien nos evolucionan para ser gente de mundo, mentalmente preparados para asimilar lo que vendrá.

Ya no hay pretexto.

23 de marzo de 2011

Aquellos ojos violeta





La verdad no he visto ninguna de sus películas, pero es algo que se puede remediar pronto. Por ahí encuentro chismes que no veo necesario mencionar acá, ni en alguna nota que a futuro escriba. Para eso sobran bodrios televisivos. Sin importar lo que se hable o escriba, esta mirada púrpura me deja con la mente en blanco al tratar de buscarle descripción.

21 de marzo de 2011

Quijotada en moto


Tenía planeado una entrada algo más larga, pero al encontrar este video la encuentré innecesaria. Entonces para qué aburrir con algo que se resume en este álbum de imagenes.

Definitivamente cada vez que veo Diarios de Motocicleta me gusta más.

19 de marzo de 2011

Historias de mareas altas y bajas

En la húmeda zona sur costarricense un par de historias ocurren simultáneamente giñándose una a la otra. El lugar es el Parque Nacional Marino Ballena, que abarca una de las playas más bellas del Pacífico nacional: Playa Uvita y su emblemático tómbolo en forma de cola de ballena. Una niña de una numerosa familia y una muchacha vacacionista con un novio muy concentrado en sus propios asuntos. Las dos comparten en común el aislamiento y el abandono emocional de sus seres más cercanos.

Agua fría de Mar (2009) es una película costarricense que se terminó de filmar hace más de un año, aunque hasta este fin se semana finalmente se estrena en cines ticos. Pocos son profetas en su tierra, aún así su realizadora Paz Fábrega no perdió tiempo. Durante ese tiempo anduvo peregrinando con su película en diversos festivales en América y Europa, ganando elogios, buenos comentarios y buscando financiamiento para una exhibición masiva. El elenco en su mayoría son actores primerizos que se desenvuelven con naturalidad, sobre todo la pequeña protagonista Monserrat Fernández.

No es una cinta para todos los públicos, poco apta para quienes buscar pasar el rato. Parece como si la realizadora quisiera que el espectador también construya su propia parte del relato. A partir de imágenes silenciosas y de los simbolismos en los que se rodean sus personajes. Tras el primer encuentro entre las protagonistas, da la impresión que Mariana parece ver en Karina como la niña que fue. Perdida en la noche a merced de lo desconocido. Una imagen escondida muy adentro que al salir se ve distanciada de lo cotidiano, como si despertara de un largo sueño rodeada de serpientes distraídas en la rutina. No necesariamente las culebras marinas con las que Karina juguetea inocentemente en la playa.

He tenido el placer de haber ido al menos tres veces a la playa donde se ambienta esta película. Por ahí me di cuenta que recientemente desapareció el tómbolo de arena, que unía la playa con el islote de piedra que forma la cola de ballena, lo que es una pena terrible para los que alguna vez caminamos sobre él. Aún por lo que le pueda criticar a la película (por ejemplo la considerable ausencia de música), me alegra que estas producciones nacionales se vayan animando a salir del Área Metropolitana. Costa Rica, pese lo que le cuestionamos (algunas veces sin razón), tiene rincones fascinantes y no necesariamente verdes para ambientar historias. Artistas como Carlos Salazar Herrera o Max Jiménez ya lo hicieron en sus relatos o en sus pinturas, sin caer en ese costumbrismo engañado que nos hace bostezar desde la primaria.




Comparto otro video en donde Paz Fábrega relaciona el libro de Salazar Herrera con su propósito en Agua Fría de Mar.

15 de marzo de 2011

Oeste transfronterizo visto a ojos de niño



De una camiseta prestada a un auto robado. Es como nace un repentino viaje de carretera a lo largo de la costa oeste norteamericana, hasta más allá de la frontera mexicana. El motivo de la huída no parece nada del otro mundo, pero todo viaje es espejo interior que nos permite evolucionar; aún por las malas experiencias. Así lo ve Mercer (Lou Taylor Pucci), un universitario que como Huckeberry Finn en emprende un repentino viaje al sur no desde el Mississipi sino del boscoso Oregon; para encontrar a su medio hermano Arlen. Entre buenas y malas compañías Mercer sigue el rastro que deja Arlen, en una ruta que también es una aventura introspectiva hacia él mismo.

Encontré The Go-Getter (2007) al curiosear la filmografía de una de sus protagonistas. Zooey Deschanel se ha ido haciendo un campo en la industria cinéfila, entre películas comerciales e independientes; aunque su prioridad es la música. En esta película en particular le permitió conocer al músico M. Ward, compositor del soundtrack quien tiene una pequeña participación en la película. Así nació el popular dueto de música indie She & Him, el cual ha ido de la mano para Zooey Deschanel en algunas de las cintas que participa. En ésta película la oímos primero por teléfono como la dueña del auto que se roba Mercer. Pero en lugar de encender una cacería policial, se une al viaje mediante su celular. Esa relación se va estrechando mediante infortunios que van más allá de llamadas a distancia.

The Go-Getter fascina por la voz interior de sus personajes, imagenizadas por el paisaje de las interminables autopistas. No olvida que el oeste en donde se ambienta fue escenario de historias salvajes de pistoleros, sheriffs y bandidos. Relatos que escucha Mercer en la casetera del automóvil mientras conduce. El salvaje oeste de hoy ya no tendrá esa imagen evocadora que hizo famoso a John Wayne, Clint Eastwood y compañía. Pero los caminos asfaltados que cruzan los desiertos todavía siguen siendo tierra de nadie, como en la época en los hombres blancos comenzaron a expulsar a los pieles rojas de sus tierras.

Pero esta cinta no se queda ahí en sus perspectivas, ya que también vemos guiños a la nouvelle vague. Go-Getter es tan versátil e imaginativa como esas experimentales películas francesas que fascinan desde los sesentas. Quizá porque Mercer es también un niño proscrito como el de los 400 golpes, que corre perseguido en la playa para chapotear la marea baja.


11 de marzo de 2011

El llamado a lo salvaje






No quiero hacer esta entrada larga, pues sería estropear el significado de esta película que da para muchas palabras pero que se resume en imágenes. Casi como un álbum fotográfico. Sean Pean se pone detrás de cámaras para hacer una de las mejores películas que he visto. Trata sobre una mente rebelde, hastiada de tanta hipocresía moral y material la cual borra cualquier signo de vida pasada para construirse una nueva identidad entre carretera y montaña. Into the Wild (2007) es una deleite visual por los magníficos paisajes, ensamblados con gran cuidado y armonía a la evolución personal de Alex (Emile Hirsch).

Este personaje transita sin destino definido para convertirse en auténtico animal libre y salvaje, del que aspiraban transformarse el trío maravilla de Easy Rider (1969). Viviendo en primera persona la aventura y sensibilidad, que Jack London o Boris Pasternak escribían en sus libros. La travesía de Alex le permite conocer a gente fascinante que llegan a formar parte de él mismo. Aún por la felicidad que le pueden brindar, está claro que para este errante amigo lo que menos busca es anclarse en un mismo lugar.

Un himno sublime a la aventura, la existencia humana y a la pasión por la vida. A pesar de lo negativo que puede implicar, no necesariamente de los peligros o las privaciones que se esconden adelante.