Realidad más allá de la ficción. Pasó con John Hinckey Jr.
tras ver Taxi Driver y Mark Chapman leyendo a Salinger, ahora pasa
recientemente en este fin de semana en una sala donde se proyecta la última
película de Batman; curiosamente cuando se cumple casi un año de la masacre de Anders Brevik en Noruega. Es inevitable evitar identificarnos con algún personaje de
película, libro o historieta como es el caso; el cual puede incidir positiva o
negativamente pero no de la noche a la mañana. Hay que tomar en cuenta una rara
y larga cadena de eventos y factores que va rayando poco a poco nuestro acetato
interno, esperando algo o alguien que de un empujoncito para desencadenar
nuestra demencia interior. Quien haya visto Falling Down (1993), cinta en que
se ve a un Michael Douglas desquiciándose progresivamente sabrá de lo que me
refiero.
Yo no fui de esos que creció con comics y consolas de video
juegos, aunque de todos esos súper héroes que se ponen la ropa interior a fuera
de los pantalones Batman fue el único que ganó mi simpatía. Muy vívida la vez
en que en que vi el Batman de Tim Burton con Jack Nicholson haciendo de Guasón
por TV. Desde entonces me ha fascinado esa imagen solitaria de un alguien que
se abriga de noche como una gárgola (al igual que otros personajes menos
mediáticos y que desconozco), frente a esos “héroes” más coloridos que se paran
en lo alto de un edificio a la luz del sol para que todos los vean. A pesar de
eso al final llegué a encasillar a Batman un personaje obvio de los buenos que
le da el merecido a los malosos.
No me hecho de rogar con las películas de Christopher Nolan
y espero ver esta última dentro de una semana o dos. Noto en éstas últimas cintas
un mensaje tan realista como descorazonador, echando a tierra la imagen de
buenos y malos que suelen recaer en la obviedad de los héroes y villanos. Esta
trilogía es más nihilista, busca desengañarnos que no hay bien y mal tanto en
ese mundillo de las historietas como la vida a carne y hueso sobretodo. Pese a
estar en el bando de los buenos, Batman
realiza actos cuestionables como de los villanos a los que combate. No abandona
del todo eso sí el mensaje moralmente correcto, aunque el evangelio que predica
Ra As Gul, El Guasón y Bane tiene un volumen más fuerte. Es el Guasón de Heath
Ledger que muestra lo peor e inquietante del ser humano, con esas líneas que
comparte con Harvey Dent “Dos Caras” en el Caballero Oscuro en la que lo termina de corromper.
Uno si es lúcido de mente asimilará adecuadamente esas
divagaciones y contradicciones que giran alrededor de los personajes, pero si
se es alguien mentalmente desequilibrado corre el riesgo de tomarse los
diálogos del Guasón al pie de la letra, sin olvidar esa compleja cadena de
factores que terminan de encender la mecha como se mencionó atrás. De mi parte
no niego que la cultura armamentista de los EE.UU. incidiera en tragedias como
ésta. Aunque veo que este asunto más de salud mental que de regulaciones o leyes
duras contra las armas, pues como las drogas ilegales siempre se conseguirán por más prohibidas que sean. Vivimos en una sociedad psicológicamente desgastante,
en la que si no encontramos los canalizadores adecuados es posible que pasen
estas cosas. Aún en un país relativamente tranquilo como en el que vivo, no se
queda al margen de muchos psicópatas potenciales que están ahí dormidos inconscientemente.
Pobre de aquellos que por azar de la casualidad tengan la mala suerte de
encontrarse alguno de frente.