30 de agosto de 2010

Hoy y mañana en el western

Basta de seguir hablando de los clásicos de medio siglo atrás, aunque buenos desde su momento lo importante es el ahora y lo que vendrá. La realidad con el western en la actualidad es que es un género que ya no despierta el mismo interés de antes. No se puede decir que está extinto del todo, pues aún se ven títulos en cartelera. Se ven refritos aceptables como 3:10 to Yuma (2007) y Apaloosa (2008) aunque no tratan de caer en lo obvio, estas cintas se van viendo como la típica historia gastada de sheriffs contra bandidos.

Clint Eastwood se salió del molde con Unforgiven (1992), donde demostró ser un pistolero en decadencia capaz de caerse de su propio caballo. Otras como Brokeback Mountain (2005) va más allá con una historia más actual y un tema para tabú dentro del western. Es una importante película dentro del género que le demuestra evolución, crecimiento y tolerancia a temas más actuales que ya no deben hablarse a escondidas. No recurre a los típicos tiroteos para irse en cambio al drama sentimental. Eso le aumenta la variedad en público.

Dentro de lo que he notado con las películas sobre el oeste es de cierta persistencia avanzar de siglo. Parece anclarse en un eterno siglo XIX donde las guerras con los indios, la fiebre del oro, la colonización ferroviaria y los duelos entre pistoleros son los únicos temas para tratar. Pero el caso es que el siglo XX llegó, junto con la electricidad y los vehículos automotores. Al acabarse las vetas de oro se descubre un nuevo elemento, que hará ricos a muchos y hoy es motivo de guerras y desastres ambientales: el petróleo.

Se han hecho películas sobre la fiebre petrolera. Aunque no tantas quizá por el miedo a la presión que puedan ejercer los magnates de ese negocio. James Dean, el muchacho rebelde sin causa, protagonizó en Gigante en 1956. La película tocó temas muy delicados para su tiempo, como el racismo hacia los hispanos, la transición de una cultura ganadera a una industrial y el legado de la actividad petrolera en el nacimiento de los nuevos ricos. Se anima a hablar muy abiertamente de su presente. Este tema se vuelve a retomar hace un par de años con There will be blood (Petróleo Sangriento, 2008), película que trata de los inicios de la industria; en donde Daniel Day Lewis pasa ser de un minero fracasado a un exitoso petrolero. Puede ser que a futuro, cuando el oro negro sea evidentemente más escaso, podamos ver en cartelera películas que hablen más abiertamente del tema: los oil westerns.

El siglo XX transformó los pueblos de una calle en densas ciudades con cientos de avenidas. Pero los desiertos parecen mantenerse intactos, salvo por una asfaltada autopista. El oeste parece volverse más salvaje, en algo que no parece respetar fronteras. La realidad de hoy es la inmigración de ilegales, el trabajo explotado, las desigualdades sociales, el narcotráfico y su creciente ola de violencia. Han sido temas abarcados de manera morbosa en algunas películas y sobre todo en las llamadas narco novelas en televisoras latinas. Por lo mismo, todavía no despierta de un interés más serio por parte de las grandes productoras tanto de Hollywood como independientes. Sin embargo, no quiere decir que no exista nada hecho lo cual quepa dentro del buen gusto. Vamos a referirnos a dos casos en especial.

No country for old men (2008)

Debe estar en la memoria de algunos, ya que ganó entre muchos premios, el Oscar a mejor película del 2008. Sin lugar para los débiles es dirigida y adaptada por los siempre geniales hermanos Coen, de un texto basado en un libro de Cormac McCarthy. A diferencia de sus otras películas, esta no se adorna de su tradicional humor negro. Es más bien un relato sombrío y pesimista de lo cómo es, ha sido y será el oeste como una tierra donde sobreviven solo los más fuertes. Misma sensación que se da al leer en el libro, de donde se inspira la película.

Luego de andar cazando animales, el veterano de la Guerra de Vietnam Llewellyn Moss (Josh Brolin) encuentra una sangrienta escena del crimen; perdida en algún lugar de la frontera entre México y el estado de Texas. Entre cadáveres de narcotraficantes y paquetes de droga sin entregar, encuentra una maleta con un millón de dólares adentro y decide llevársela. Esto provocará una encarnizada cacería humana donde el asesino a sueldo Anton Chigurh (Javier Bardem), no dará tregua a Moss para dar con él y la maleta con el dinero. El sendero de violencia ocasionado por Chigurh será seguido por el sheriff veterano Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones), quien de manera desilusionada comprende que ya está fuera de época para enfrentar esa cresta de violencia.

A pesar de ambientarse en los ochentas, considero que la película de los Coen tiene muchos elementos del presente. En su ambiente (no época) es muy parecida a Hasta aquí le llegó su hora (1968), donde la semejanza entre el escalofriante asesino que interpreta Bardem al infame pistolero Frank (Henry Fonda) es muy cercana en cuanto a su filosofía y métodos. Sin lugar para los débiles es un western moderno, que por ratos peca de racista aunque no se engaña de la realidad.

The Three Burials of Melquiades Estrada (2005)

Los tres entierros de Melquiades Estrada es la otra cara de la moneda a Sin lugar para los débiles. Esto no quiere decir que sea una película escapista. Trata temas actuales como la corrupción policial, la inmigración ilegal y la brutalidad de la policía fronteriza de los EE.UU. Melquiades Estrada (Julio Cedillo) es un ilegal que encuentra trabajo como vaquero y quien hace estrecha amistad con Pete Perkins (Tommy Lee Jones). Es la primera película de Jones como director, por lo cual quiso contar como guionista al mexicano Guillermo Arriaga. De esta forma la película (como el resto en las que ha escrito Arriaga), se verá construida mediante flashbacks sin decir realmente en que termina.

No cae en estereotipos. Los mexicanos no son todos narcotraficantes ni todos los gringos son racistas. Hay tantos diálogos en inglés como se oyen en español. Tommy Lee Jones demuestra dominio y acento con el idioma. Conmueve mucho el sentido de amistad y nobleza que siente Pete hacia su amigo Melquiades. Como el personaje de Heath Ledger en Brokeback Mountain, Pete representa muchos de esos vaqueros fríos y toscos en mostrar sus emociones; pero que por dentro son personas de un gran corazón solo visibles para unos pocos.

Los tres entierros de Melquiades Estrada es el mejor ejemplo en lo que debe ser un western moderno. Algo que no caiga en imágenes falsas y más bien muestre las cosas como son. Tanto aquellas que giran en torno a la violencia como a muchas otras que nos alegran el día. Paisajes desérticos de arena dorada, evocadores amaneceres y puestas de sol. Solitarias siluetas de hombres a caballo mirando en lontananza el futuro por el que desean cabalgar.

29 de agosto de 2010

Henry Fonda en nueve minutos


Lo mencioné en una entrada hace poco, para constrastarlo con la imagen siempre encasillada de John Wayne como héroe en los westerns. Henry Fonda a su manera también interpretó a héroes en esas películas, aunque en algunos casos no se jactaba de serlo disparando un arma. TCM en su perfil de Youtube, finalmente dio visto bueno para que países como el nuestro pudieran ver sus videos. Un año atrás subieron una bonita semblanza a la filmografía y vida del actor, narrado por sus hijos los tambien actores Peter y Jane Fonda. El video viene subtitulado.

28 de agosto de 2010

El western crepuscular de John Ford (Parte Final)

En los sesentas John Ford siguió manteniéndose muy activo, pese a las circunstancias. Sus últimas películas se adentran por tendencias muy opuestas a las de sus inicios. Por ejemplo, para Sergeant Rutledge (1960) dio el papel protagónico a un actor negro; algo nada habitual para su tiempo. El oeste estaría contado de manera más realista y saldaría sus cuentas con los indios americanos dentro de cámaras, que ya no volvería jamás a ser villanos de sus películas.

The Man Who Shot Liberty Valance (1962)

Es posible que fuera su última película a blanco y negro. Era adecuado para lo que se iba relatar al espectador. Inspiraría a Sergio Leone en la creación de sus spaghetti westerns, ya que el viejo oeste en El Hombre que le disparó a Liberty Valance no es nada idílico. Rige ahí la ley de los más fuertes y de quienes pueden intimidar.

Ese que atemoriza en el pueblo de Shinbone es el Liberty Valance del título de la película. De gran forma es interpretado por Lee Marvin, quien a punta de su revólver y látigo de plata marca su dominio del cual ni el sheriff se atreve adentrar. La figura del alguacil es parodiada, donde es tan incompetente que es el primero en huir a cualquier asomo de Liberty Valance por la villa. Uno de los que secunda a Valance es Lee Van Cleef, villano de lujo quien brilló más en los westerns italianos que en los de su propio país; del cual no pasaba de ser alguien con pocas líneas.

Los únicos que se alzan en contra de ese mundo de miedo, que siembra Liberty Valance es un abogado recién llegado (James Stewart). Es alguien quien cree en el poder de las leyes sobre los crímenes. Pero en su primer encuentro con Liberty Valance, éste le pone muy en claro como se manda. Otro que no se amedrenta a Valance es Tom Doniphon (John Wayne), un pistolero local con una visión más desengañada de la realidad. Mantiene una especie de Guerra Fría con Liberty Valance, a la expectativa de quien dispara primero. Al igual que el forajido cree en la poca práctica que tienen las leyes y la educación, sobre la ley del más fuerte. A veces la justicia debe tomarse en manos propias, como entiende descorazonado el abogado que interpreta James Stewart.

Antes de hacer la película John Ford no pasaba por su mejor momento. Venía de una desintoxicación por licor y pastillas, producto de una depresión. Así es que mucho de su aire sombrío y pesimista llegó a mostrarse en su trabajo. Misma sensación que el abogado Stoddart, que se da cuenta que nada vale hablar maravillas de una constitución política si no hay voluntad de cumplirla. En la filmación de su película anterior, Dos cabalgan juntos, se le recuerda a Ford por verse ebrio en el rodaje. Misma apariencia como se ve a un convincente John Wayne borracho, deprimido por un amor no correspondido y condenado a un confinado anonimato. El Hombre que disparó a Liberty Valance pone a meditar sobre la creación de mitos entorno a alguien y la impotencia de ceder a quienes imponen su razón por la fuerza.

Cheyenne Autumn (1964)

El ocaso de los Cheyennes, también llamada con fines comerciales como El Gran Combate, trata sobre la verídica travesía hecha por la disminuida tribu Cheyenne. Alrededor de 2000 km desde la árida reserva de Oklahoma, a las verdes praderas de Yellowstone en Wyoming de donde son originarios. En el lugar en donde son confinados viven en las más deplorables condiciones, visibles hasta en los ojos del Capitán Archer (Richard Widmark) y la cuáquera Deborah Wright (Carroll Baker). Ante el incumplimiento de promesas por parte del gobierno americano, los Cheyenne emprenden su éxodo con miles de soldados de caballería persiguiéndoles y dando búsqueda.

En su película Ford quiso contar con auténticos indios Cheyenne. Pero Hollywood, igual que prepotente como el hombre blanco del viejo oeste, le limitó a actores mexicanos de renombre como Gilbert Roland, Ricardo Montalbán y Dolores del Río. No tuvo muchas libertades en realización, aunque la película termina siendo genial. Hay un intermedio donde James Stewart y Arthur Kennedy interpretan a Wyatt Earp y Doc Holliday. Los glorificados héroes del tiroteo de O.K Corral son parodiados en las escenas más cómicas de la película. Earp (James Sterwart) encabeza una milicia de vaqueros de Dodge City para dar caza a los indios, pero se encuentran tan borrachos que apenas logran llegar a las afueras de la ciudad.

John Ford fue pionero pedir que los extras indios de sus películas tuvieran el mismo salario de los extras blancos. Entre estas y otras acciones, el pueblo indio llego a tenerle mucho afecto a Ford. Hoy en día una reserva india en Arizona lleva su nombre (1). Porque en Cheyenne Autumn muestra como ninguna lo hizo, el maltrato y la hipocresía de los blancos hacia los indios. Ford ya podría partir tranquilo del mundo, contando lo que en otros tiempos no le hubieran permitido decir en sus películas. Deja un legado, que aún hoy muchos realizadores le atribuyen.

27 de agosto de 2010

High Plains Drifter (1973)

Primer western hecho por Clint Eastwood, quien también lo protagoniza. Trata de un desconocido pistolero que llega a un pueblo a orillas de un lago. Es recibido ahí con temor y miradas hostiles. Luego de hacer valer su revólver con unos matones, los lugareños ofrecen contratarlo para hacer frente a unos maleantes que planean vengarse del pueblo. Mediante caprichos extravagantes, el extraño hace valer su contrato.

Sin embargo, los habitantes del pueblo de Lago ocultan un secreto que no los hace ver tan inocentes. El foratero (Clint Eastwood) parece saber de la hipocresía del pueblo, y le saca partido a sus privilegios. De esta manera, tanto bandidos como la gente misma de Lago, saldarán cuentas con el pasado.

Infierno de cobardes es una película intrigante. Muy sobrenatural, con un cierto aire demoniaco que rodea al personaje de Clint Eastwood. Junto con la música trae secuencias que pueden provocar más de un escalofrío. El forastero no da la sensación de ser alguien completamente humano, sino en ser un fantasma que recorre tumbas para traer el infierno al mundo de los vivos.

FICHA ARTÍSTICA

Nombre: High Plains Drifter (Infierno de Cobardes)
Año: 1973
Director: Clint Eastwood
Guión: Ernest Tidyman
Actores: Clint Eastwood, Verna Bloom, Marianna Hill, Mitch Ryan, Jack Ging, Ted Hartley.
Música: Dee Barton.
Países: EE. UU.
Idioma: Inglés.
Duración: 105 minutos.

26 de agosto de 2010

El western crepuscular de John Ford (Primera parte)

Lo he citado reiteradamente en este mes. Ahora es momento para escribir más abiertamente sobre él. Hijo de inmigrantes irlandeses, comenzó a dirigir películas desde los años del cine mudo donde fue muy prolífico. En sus trabajos no se limitó a las películas del oeste. Dirigió importantes películas dramáticas, bélicas y de aventuras.

Fue alguien de contrastes. Llegó a dirigir películas de denuncia social como The grapes of wrath (Las uvas de la ira, 1940); un relato fiel de los EE.UU durante la Gran Depresión de 1929. Se salvó de la ira Macartista, entre otras cosas, por su célebre frase “Soy John Ford, hago westerns” cuando fue citado por el Comité de Actividades Anti-Norteamericanas; ganándole el pulso al director Cecil B. DeMille, su acusador. Mostró sus simpatías con el Partido Republicano, del cual muchos de sus actores eran seguidores. Llegó a apoyar a Richard Nixon y la Guerra de Vietnam. Sus primeros westerns eran racistas con indios y mexicanos, mientras la caballería y los cowboys cabalgaban en la gloria.

The Searchers (1956)

A pesar de mostrar prueba de esas convicciones políticas, hay quienes lo recuerdan por mostrar ideas progresistas. Ya a mediados de los cincuentas el macartismo iba en declive y Hollywood comenzó a ser menos caso a las listas negras. Ford entonces aprovechó para cambiar su actitud respecto al western, tuvo la oportunidad la realización de The Searchers (Centauros del Desierto, 1956). Película que también se conoce como “Más corazón que odio”.

De nuevo se ve a Monument Valley de locación y a John Wayne como protagonista. Pero el enfoque es diferente. El actor que más antipatía genera en este blog por fin tiene coraje para quitarse esa hipócrita imagen de héroe, que arrastraba desde 1939 cuando protagonizó La Diligencia (también de John Ford). Ya no es el todo perfecto sheriff y oficial de caballería de otras películas. Siempre es de los buenos, pero ahí no tanto. Ethan Edwards su personaje, un ex oficial sureño de la Guerra de la Sucesión, vuelve a casa varios años después de haber terminado el conflicto. El misterio lo rodea, es sarcástico, moralmente ambiguo y odia a rabiar a los indios.

Con su sobrino adoptivo (Jeffrey Hunter) emprende una larga persecución a una tribu de Comanches, que atacó el rancho de su familia y secuestró a su sobrina. La cabalgata se excede en meses y años, aumentando la obsesión de Ethan y ensombreciendo su actitud. Se vuelve temible a medida que avanza la película. Centauros del Desierto innovó en técnicas, con secuencias muy recordadas. Influenció mucho (aunque no parezca) a Martin Scorcese para Taxi Driver (1976), a Steven Spielberg en Encuentros de la Tercera Fase (1979) y a muchos otros realizadores. Siempre ha figurado en muchas listas de mejores películas. Aún así, John Ford tendría mucho por contar y enmendar.


Two Rode Together (1961)

En su momento no fue gran cosa, incluso para el propio Ford. Con el tiempo ya se le considera clásico y hoy figura en la lista de TCM, como una de las 50 películas que se deben ver antes de morir. La historia en Dos Cabalgan Juntos se semejante a Centauros del Desierto, aunque más sombría y abierta en su denuncia. Familias de granjeros esperan respuesta ante el secuestro de niños por parte de Comanches, hecho unos años atrás. Un par de hombres se adentrarán en territorio indio para negociar la devolución de los niños blancos. Uno es Richard Widmark, como un entregado y honesto oficial de caballería; mientras James Stewart es un cínico y corrupto sheriff que accede a regañadientes a la misión. Busca sacarle un provecho económico a la misión, a costa de la angustia de los granjeros.

La película trata un tema delicado en cuanto a la realidad de los niños blancos secuestrados por indios. Si llegan pasan la pubertad como comanches jamás vuelve a ser como los blancos. Olvidan su idioma, sus costumbres, hasta sus seres queridos. Nunca se vuelven a adaptar en la sociedad que los engendró. Aún con piel blanca solo serán seres salvajes que gruñen y maldicen en comanche para los blancos. De esta manera es como lo resume completamente borracho por el whiskey el personaje de James Stewart, con todo nihilismo le dice esa realidad a una de las familiares de los niños secuestrados. Es de los mejores diálogos de la película, como varios otros que no dejan a nadie indiferente.

A pesar del tono negativo de su personaje de James Stewart, se nota que se va humanizando con el transcurso de la película. No deja de ser antihéroe, pero llega transmitir simpatía. En la capsula en video que hizo TCM sobre la película, compara el contraste de los personajes de los dos actores. Antes de la película James Stewart interpretaba a los buenos, en tanto Widmark ganó fama actuando como villano. La capacidad de este par de buenos actores en experimentar personajes diferentes a los que suelen interpretar, da mucho crédito a una película que cumple en su contenido.

23 de agosto de 2010

Dead Man (1995)

Quizá no haya película del oeste que muestre un entorno tan decadente como se ve en Dead Man (1995). Dirigida por Jim Jarmusch, trata de un oeste más salvaje de lo que se suele afirmar. Es la última frontera entre la civilización y la llamada barbarie. La civilización la representan las culturas amerindias, las cuáles se limitan a una existencia armoniosa con la naturaleza. Lo barbárico está en el hombre blanco, que se dice portar la bandera de la civilización. Los hombres blancos que se adentran en el oeste son en su mayoría seres ignorantes, analfabetos que en vez de aprender a leer prefieren aprender a disparar.

Desde su largo viaje en tren así lo va viendo William Blake (Johnny Depp). Un tímido citadino que se anima a perderse en el oeste, para aceptar un empleo como contador que al final no se lo dan. Varado en el pueblo de Machine, donde la fábrica de metales impregna de contaminación a todo, es acusado por un asesinato en defensa propia. El Sr. Dickinson (Robert Mitchum), aristócrata dueño de la fábrica pondrá precio a la cabeza de Blake y contrata mercenarios para que le den caza como un animal.

Blake empieza entonces una travesía sin destino ni retorno, en compañía de un indio exiliado llamado Nobody (Gary Farmer). Un viaje que como se da en las películas de Jarmusch, es al mismo tiempo una búsqueda y una huída. Nobody relaciona a Blake con el pintor y poeta inglés del siglo XVIII y XIX, por lo que el Blake de la película se dará un nuevo significado a sí mismo y a su nombre.

El indio Nobody es un caso interesante dentro de la cinta. Pues de todos los personajes de la película, es el más culto e inteligente. De niño fue capturado y llevado a Inglaterra donde aprendió a leer y a escribir. Ahí supo de las poesías y pinturas de William Blake, las cuales vive y recita en cada momento. Es, como dice un graffiti en el Barrio La California, “si no puedes hacer poesía, sé poesía”.

Para mí Dead Man es una de las mejores películas de Jim Jarmusch. Contó con un reparto de lujo y nueve millones de dólares de presupuesto. La taquilla solo recupero una novena parte del presupuesto, pero así pasa con un trabajo que es tan anti-comercial como la misma personalidad de su realizador. La película se adentra en un raro letargo, ayudado por la música de Neal Young con un blanco y negro propio de una cinta de hace más de medio siglo. Dead Man reivindica la imagen del indio y tira por tierra la del hombre blanco. Siendo este un ser sin conciencia ni visión de futuro, como lo son los personajes de El Jaúl de Max Jiménez. La conquista del oeste no fue de la manera grandiosa, de las que se nos quiso vender en otros tiempos a punta de Tecnicolor y Cinemascope. Pero lo mejor de la película no es la construcción de un oeste distópico, sino en el desarrollo de diálogos e imágenes místicas.

FICHA ARTÍSTICA

Nombre: Dead Man
Año: 1995
Director: Jim Jarmusch
Guión: Jim Jarnusch
Actores: Johnny Depp, Gary Farmer, Lance Henriksen, Robert Mitchum, John Hurt, Mili Avital, Gabriel Byrne, Iggy Pop, Billy Bob Thonrton, Crispin Glover, Eugene Byrd y Alfred Molina.
Música: Neil Young
Países: EE. UU.
Idioma: Inglés.
Duración: 121 minutos.


20 de agosto de 2010

Mujeres del Oeste

Si hay algo que se le critica y al mismo tiempo, le limita la audiencia al western (además de la violencia) es que es un mundo gobernado y regido por hombres. Es de una visión muy arcaica del papel de las mujeres, a ojos contemporáneos. En los planos de la cámara es el sheriff, el cowboy, bandidos o pistoleros quienes tienen protagonismo. Las esposas de los oficiales de caballería, sirvientas o prostitutas son solo complemento que no pasan a robar cámara. Esa fue la tendencia en la mayoría de cintas de vaqueros.

El oeste endémico es un entorno duro, al que suele atribuirse a la figura del hombre para dominarlo. Tal vez fue así, aunque no completamente. Supongo que quienes se atrevieron a aventurarse en montañas, valles y desiertos se dieron cuenta que no era un simple paseo al campo. Puedo pensar que existieron jefas de hogar, viudas por alguna escaramuza con indios o bandidos; que pudieron subsistir por su cuenta. Pero esas historias quizá no resulten atractivas hacerlas películas. Pues había que glorificar primero desde Wyatt Earp, pasando por el genocida Custer hasta bandidos de la talla de Billy The Kid. De las mujeres del oeste es poco lo que se cuenta y se refleja igual en los westerns.

Vamos a referirnos a varios casos en donde las mujeres no se dan por menos. En High Noon (Solo ante el peligro, 1952) Katy Jurado es dueña del bar del pueblo. Tras de todo es mexicana, que tiene protagonismo en la historia. No es de la forma atolondrada que Hollywood retrata a los mexicanos, Katy Jurado tiene mucha de la presencia y la frialdad que suelen atribuir a los anglosajones. En esa misma película se ve a una debutande Grace Kelly, actriz fetiche de Hitchcock y futura princesa de Mónaco. Kelly interpreta a la esposa del sheriff (Gary Cooper) que duda en quedarse en el pueblo mientras su marido espera a un bandido que metió en prisión. Cuando el pueblo entero le niega la ayuda al sheriff decide quedarse. En forma desesperada toma un rifle y mata por detrás a uno de los bandidos que asecha al sheriff. Algo que para mcartista de John Wayne fue una de las mayores mariconadas del western: el sheriff ayudado por su esposa. En Río Bravo (1959), la versión mcartista de la historia de Solo ante el peligro, la actriz que seduce al sheriff (Wayne) solo se limita ayudarle tirando una maceta por la ventana. Para que con la distracción Wayne y un chico se armen rápidamente y se carguen a los maleantes que les apuntaban. Posiblemente tanto Howard Hawks (director de Río Bravo) como el propio Wayne creían que las mujeres no eran capaces de tomar un arma para defenderse. Claudia Cardinale (imagen primera) les demuestra lo contrario.

Mujeres de armas tomar se ven en Johnny Guitar (1954). Joan Crawford y Mercedes McCambridge interpretan a dos personajes antagónicos. En compañía de rancheros y el alguacil, Emma Small (McCambridge) llega al bar de Vienna (Crawford) para acusarle del asesinato de su hermano en una diligencia. En la historia de la película en realidad Emma Small tiene celos del Vienna, tanto por la futura prosperidad del bar de Vienna (por donde pasará el ferrocarril) como por el amor no correspondido de Dancin Kid (Scott Brady). Fuera de cámara los celos en realidad fueron de Crawford hacia McCambridge, lo cual derivó en una antipatía mutua sujeta a los caprichos de Crawford. El resto del reparto y producción también mal encararon a la actriz, quien era buena para cosechar antipatía en cuanta película trabajara.

En Johnny Guitar Crawford, con toda su gruesa capa de maquillaje y una vestimenta masculina, le quita mucho protagonismo al Johnny del título de la película (Sterling Hayden). Ésta tiene su gran momento cuando Crawford y McCambridge tiene un duelo face-to-face con pistola en mano. Eso se da muy raro en el western y vale la pena verlo, aunque no tenga un tono tan mitificado como el duelo entre Charles Bronson y Henry Fonda en Hasta aquí le llego la hora (1968).

Como es escaso el western de hoy, es igual de dificil en ver una cinta donde las mujeres tengan protagonismo en el desierto. En el 2006 Penelope Cruz y su amiga Salma Hayek protagonizaron una película con esa tendencia, de la que mejor me abstengo de opinar.

16 de agosto de 2010

Disparos y risas.

En diversas películas del oeste lejos de tratar de mostrar un ambiente duro y violento, se trata de dar un poco más de humor y parodia. En el caso de una película en particular, está Paint Your Wagon (La Leyenda de la Ciudad sin Nombre, 1969). Es un western musical, con aires cómicos protagonizado por Clint Eastwood y Lee Marvin. Cuenta tambiéncon la participación de la estrella de la nouvelle vague Jean Seberg. Nadie se imagina ver tanto a Eastwood como a Marvin, íconos duros e inexpresivos del western, se dieran a cantar como en cualquier musical.

En un episodio de la caricatura de Los Simpsons. Bart y Homero alquilan una Paint Your Wagon, pensando que va a ser una violenta película de vaqueros como la mayoría de las que protagoniza Clint Eastwood. No pierde chance para parodiar los clichés del western: la música, los primerísmos planos al rostro y los diálogos de intimidación. Muchos otros westerns se fueron por la parte cómica sin enfocarse tanto en la violencia. Tanto The Cheyenne Social Club (1970), protagonizada por los actores amigos James Stewart y Henry Fonda, como My Name is Nobody (Mi nombre es Nadie, 1971) de producción italiana y The Ballad of Cable Hogue (1972), película que Sam Peckimpah hizo luego de la ultraviolenta The Wild Bunch (1969) son ejemplo de esa tendencia en el western.

12 de agosto de 2010

Sergio Leone en 4 minutos


Hace un tiempo me encontré este videomontaje. Un buen collage hecho con escenas de las películas de este director italiano:


Quizás resume mucho de lo que es el spaghetti western en sí: imágenes pausadas, paisajes áridos y desérticos, diálogos cortos y mucha violencia. Pero ante todo además está la música, como es la delirante armónica que se escucha de fondo en este video. Si algo veo superior al western italiano del norteamericano es cuando al uso musical. En los western americanos la banda sonora pasa muy desapercibida, posiblemente porque se pueblan más en diálogos. En los westerns italianos las bandas sonoras compuestas por Ennio Morricone trascienden mucho en sus historias y toman mucho protagonismo. Se ve en la cultura popular de hoy, donde cualquier comercial, programa de tv-radio o persona sin querer tararea cualquier nota para hacer alusión al salvaje oeste.

Importante: El video cuenta con spoilers de las películas.

7 de agosto de 2010

Westerns opuestos: John Wayne y Clint Eastwood

En su última película The Shootist (El Último Pistolero, 1976) el director Don Siegel pidió a John Wayne dispararle por la espalda a su enemigo. Wayne se negó alegando que iba en contra de los valores de su personaje, a lo que Siegel le replicó comentando que Clint Eastwood no tendría problema en hacerlo.

Y es que los dos actores representan dos tendencias diferentes, en la que una derivó de otra al estancarse en historias trilladas y predecibles. A eso terminó decayendo el western de John Wayne, las películas donde la caballería y militares colonizadores eran los héroes de la historia. Mientras que los indios eran los malos que hacían la vida imposible a los galantes héroes como el George Custer de Errol Flynn. Pero desde el desierto almerience Clint Eastwood, junto con nueva una generación de directores darían un nuevo sentido a las películas del oeste.

El Todopoderoso John Wayne

El siglo XIX traía entre sus desafíos poblar el oeste por el hombre blanco. Para eso estaba John Wayne a galope disparando a los indios, tanto con su revolver Colt .45 o con el letal rifle Wichester. De paso cuando interpretaba al Sheriffs de turno era el adecuado en darle el merecido a los rufianes. Sea el solito o con la ayuda de algún borracho o viejo del pueblo, no sin antes echarse una sermoneada santurrona y pedante a los bandidos.

Para la cultura norteamericana John Wayne (quien en realidad se llamaba Marion Mitchell Morrison) era icono y símbolo en cuanto héroes a seguir. Un héroe que siempre hace lo correcto, aunque estuviera mal. Fuera de cámaras Wayne fue un orgulloso macartista, enemigo de cuanta idea ajena y peligrosa a su fanático patriotismo; la cual ensuciara la imagen romántica de su amado país. Esa quizá fue la actitud por la cual se estancó el western norteamericano. Se hacían películas de vaqueros para glorificar la conquista del oeste, con una imagen muy distinguida e ilustre de los colonos y la caballería militar que lo llevó a cabo. A largo plazo esa idea de hacer westerns se hacía más aburrida y obvia para la nueva generación de norteamericanos, que verían en Wayne como un vaquero fuera de época. Engañado de sus propias fantasías ignorando el presente que lo rodeaba.

Clint Eastwood el Ángel Caído

No se puede decir que el western con Clint Eastwood tomara un giro radical con sus primeras apariciones. Ni tampoco que por el diera un tono más progresista en sus películas. Wayne como Eastwood tienen en común su afilación al Partido Republicano, también en encarnar desde sus inicios héroes obvios y ser acosados por las vertientes más liberales de su país. Pero Clint a diferencia de John, al ver la situación por la que decayó el western tuvo el coraje de ir por la ruta de la desmitificación. Además como lo vemos hoy, hace y protagoniza películas por las que John Wayne y su grupo hollywoodense de conservadores hubieran pegado el grito al cielo al Comité de Actividades Antiestadounidense.

Clint no menospreció al indio en sus películas, porque simplemente no le interesó en meterlo. Era común en los años cuarenta y cincuenta, pero no en su presente. Era un tema gastado. En cambio mostró una imagen nueva del pistolero: solitario, callado, ambiguo y enigmático. Alguien que no gasta saliva en aburridos discursos justicieros, sino que mediante sus propias reglas y unas pocas palabras al aire deja que las balas de su revolver hablen por él. Sin embargo, esa imagen que Eastwood mostró del pistolero también se fue volviendo obsoleta. Clint lo notó y a diferencia de Wayne, quiso evolucionar esas ideas a un presente ajeno al él. Wayne no quiso quitarse su aura de héroe, aún cuando John Ford le diera en The Searchers (Centauros del Desierto, 1956) el personaje más ambiguo de los que se atrevió a interpretar. No hubiera salido de su propia iniciativa.

John Wayne también dirigió películas, en las cuales hace gala y pompa de su conservadora ideología. Hizo The Green Berents (Boinas Verdes, 1968) con fin propagandístico a favor de la Guerra de Vietnam. Lejos de ser una cinta bélica más al presente de hoy, parace un film como los que se hacían para la Segunda Guerra Mundial: militares disciplinados, nobles y valerosos; con un alto patriotismo, lucidéz y camaradería (además de cantar esas rídiculas canciones de ejército). Imagen que Francis Ford Coppola tiraría por los suelos con Apocalypse Now (1979), con soldados que escuchan a los Rollings Stone y fuman marihuana, mientras se ven trastornados por el entorno para convertirse en seres salvajes; liderados por oficiales que solo buscan sorfear a la fragancia del napalm o se convierten en seres proscritos. En la película de Wayne sobraran las butacas vacías, para Easy Rider (1969) había centenares de personas haciendo filas de varias cuadras para verla por tercera o cuarta vez. Wayne menospreció el presente y éste lo menospreciaría a él.

Henry Fonda

De los actores del llamado periodo clásico de Hollywood, Henry Fonda es uno de más respeto. Fue un democrata liberal, en una época que serlo de más (aunque a medias tintas) era verse en listas negras del FBI y de murmullos a las espaldas. Dentro de cámaras era un actor muy dotado, capáz de hacer buenas escenas en la primera toma. Para su época, tenía versatilidad en interpretar a personajes muy opuestos. Dicha capacidad que alguien como John Wayne no fue muy dada, pues se encasilló en roles de alguacil, soldado de caballería o ejército, vaquero pistolero y alguna que otra comedia o drama.

Fonda coincidió una vez John Wayne en Fort Apache (1948) de John Ford. Acá interpreta a un estirado y disciplinado Coronel de la Caballería, trasladado a un distante punto fronterizo en donde se hunde por el ansia de hacerle guerra a los indios. Luego de una pelicula como Cheyenne Autumn (Otoño Cheyenne, 1964) nos parecería un personaje hipócrita y racista. Esa fue la idea tal vez de John Ford en dar esa imagen al personaje de Fonda, para que el de John Wayne pudiera llevarse el credito. Pero el caso es que muchos de los personajes de Henry Fonda, son recordados por ser abiertamente idealistas; a lo que lo asociaban mucho en la vida real.

Dentro de los westerns destaca The Ox Bow Incident (1943), la historia sobre un hombre acusado de un crimen que no cometió. Hace de algualcil en My Darling Clementine (1946) entre varios otros, pero en los sesenta incursiona a las órdenes de Sergio Leone en Once Upon a Time in the West (Érase una vez en el oeste, 1968). Interpretando a uno de los villanos más infames del género, irreconocible a los idealistas personajes de Las Uvas de la Ira (1940) y 12 Hombres en Pugna (1957). Después de esa película mucha gente no lo mirarían igual.

Ahí está el crédito del actor al no tratar de encasillarse. En su carrera filmográfica Henry Fonda pudo ser capaz de mostrar lo mejor y lo peor del ser humano, apegarse a alegres fantasías e ideas románticas; o bien en ser alguien sin piedad incluso con niños. Aún por la antipatía que me genera John Wayne, le reconozco como figura del western al que se encasilló. Pero hoy, un actor que se encasilla se cierra muchas puertas. Clint Eastwood en eso si se ve más versátil ahí que Wayne, no tanto como actor, pero sí bastante en la dirección.

Posteridad

Hace treinta años cuando a alguien le daba por matonear o tener una actitud temeraria, se hacía alusión a John Wayne. Hoy es Clint Eastwood quien le ha ganado el duelo y que al final sea más recordado que Wayne. La generación que admiró al Sheriff de Río Bravo (1959) ya va muriendo en su puritanismo anticuado. En la actualidad los desencantados de la realidad, los easy riders del presente preferimos identificarnos con Clint Easwood. La idea que representan sus personajes consiste es darse a respetar sin decir mucho, con la sola presencia. Sin alardear de su habilidad porque ya es algo evidente y que no merece más explicación.

4 de agosto de 2010

Paisajes del salvaje oeste

En la película Lawrence de Arabia (1962), un periodista le pregunta al personaje de Peter O´Toole porqué le fascina tanto el desierto. "Está limpio", dice Lawrence-O´Toole luego de tomarse un tiempo para contestar.

Para muchos no serán más que monótonas planicies de arena, cañones secos donde los ríos marcaron el cause o colinas altas donde con suerte crece algo de hierba; además de los cactus. El caso es que lejos de ser una simple locación árida y de temperaturas extremas, el desierto en las películas del oeste tienen tanta revelancia como lo es por ejemplo, la ciudad de Nueva York para Martin Scorsese o Woody Allen. El caso de John Ford, su locación predilecta en la mayoría de sus películas fue la reserva indígena de Monument Valley. Ahí Ford rodó películas clasicas como My Darling Clementine (1946) y The Searchers (1956), donde tanto Henry Fonda como John Wayne cabalgaron a sus anchas en películas de blanco y negro o color.

Monument Valley se encuentra fronterizo en los estados de Utah y Arizona, aunque otros desiertos alejados de California, Nevada, Nuevo México y Texas también fueron lugar de filmación de películas del oeste. Si habían historias ambientadas en lugares menos áridos y más boscosos, se recurrían a los paisajes montañosos de otros estados como Montana, Idaho o Wyoming. Aunque por los costos de producción, incluso se iba rodar a Canada como así lo hizo Clint Eastwood para realizar su obra cumbre Unforgiven (Sin Perdón, 1992).

En la realizaciones de westerns, no se limitaban a solo los EE.UU. Además del caso de Clint Eastwood, otros como Sam Peckimpah (westerns con ambiente más latino), se iba a la frontera mexicana para grabar en lugares como los aledaños al desierto de Sonora en México; que también abarca varios estados de los EE. UU. Los europeos y sus westerns, recurrían a los estudios de Cinecitta en Roma y al rocoso desierto de Tabernas; en la provincia de Almería en España. En un sitio popular para hacer películas pues no se ha limitado solo a las películas del oeste, hoy incluso lo frecuentan algunas producciones y franquicias de Hollywood. Sergio Leone le dió fama con las películas que hizo junto con Clint Eastwood, aunque también recurrió a Monument Valley para ambientar algunas escenas de la memorable Once Upon a Time in the West (Érase una vez en el oeste, 1968).

El desierto en el western es la antitésis rural a las películas urbanas de medio siglo atrás. Un lugar para escaparse del tenso ajetreo citadino, para entrar en otro lugar en donde el tiempo no pasa igual. El relój es más lento. Los segundos van dilatados al calor, salvo por el frenesí de los tiroteos o diligencias perseguidas. Bandidos de mala muerte, pistoleros solitarios o indios desterrados de sus tierras recurren al sol, la luna y a las estrellas como únicos medios para medir su existencia en esos alejados lugares.

1 de agosto de 2010

Westerns y Anti-Westerns

Uno de mis propósitos en cuanto a película fue empaparme de éste género (y otros). Aunque todavía falta bastante por ver, hay cuestiones que ya me dan para pensar y escribir.

Reseñando rápidamente el western, o lo que también conocemos como películas de vaqueros, es un género cinematográfico enteramente norteamericano de origen. El cual con el transcurrir del siglo XX fue derivando en procedencia y evolución. Popular en las películas mudas, tuvo su mejor tiempo en las décadas de los cuarentas a cincuentas; más un poco en los sesenta donde comenzó a decaer en interés. Gente como Howard Hawks, Fred Zinnemann, Anthony Man, Henry Hathaway y sobre todo John Ford fueron parte de los realizadores que hicieron memorables películas en esos años. Dirigieron a actores que brillaron como John Wayne, Henry Fonda, Dolores del Río, Gary Cooper, James Steward, Richard Widmark, Caroll Baker, entre otros.

Los sesentas en el western traería cambios interesantes dentro de sus tendencias. Aquí entrarían a dirigir otra generación de directores ,que mutarían el género al llamado western crepuscular (nada que ver con ciertas cintillas de vampiros). Arthur Penn y Sam Peckinpah harían varios clásicos, donde mostrarían aspectos menos épicos, más decadentes y salvajes en cuanto a la figura del pistolero y su entorno. Las últimas películas de John Ford también irían por ahí, reinvindicando mucho la imagen del indio americano; estereotipada constantemente en la llamada época dorada del western.

Pero no es en los EE.UU. donde el western entraría por otros rumbos. Sería en el desierto de Almería en España, donde producciones europeas (sobre todo italianas y españolas) darían otro aire al género con algo a los que los críticos de cine norteamericanos llamaron despectivamente spaghetti western. Este nuevo sub género ganaría fama fuera de Europa gracias a Sergio Leone y su trilogía del dolar. Ante todo también, por darle el espaldarazo a un actor que sería nuevo ícono de las nuevas tendencias del western y al cine: Clint Eastwood.

Las películas italianas de vaqueros no serían del mismo gusto popular y en cambio irían al morbo. Eso en el sentido de la excesiva violencia y la forma grotesca en como muestra a sus personajes. Sin embargo, aportó mucho al cine en general sobre todo en técnicas de tomas y la musicalización de sus bandas sonoras; las cuales daban un aire mítico a sus escenas (mucho crédito a las composiciones de Ennio Morricone). La infuencia de los westerns italianos calaron hondo en cineastas acutuales, en especial Quentin Tarantino quien es un fánatico del género y se muestra mucho de él en sus películas. Kill Bill por ejemplo. Luego de Sergio Leone y Clint Eastwood llegarían otros cineastas italianos para dirigir a actores que se iconizaron dentro del spaghetti western: Lee Van Cleef, Franco Nero, Terrence Hill, James Coburn, Charles Bronson o el indomable Klaus Kinski.

Hoy no se filma como en la misma habitualidad de hace medio siglo. Se ven aún así, algunas pocas películas que se ponen a la altura de los clasicos John Ford y Sergio Leone. En las siguientes entradas me referiré a esos temas y matices interesantes, que dan para pensar. Así que si los pocos lectores de este blog no tienen al western dentro de sus géneros favoritos, recomiendo en buen plan (y en broma) no visitarlo por unas semanas. Agosto será un mes vaquero por este desierto de blog.