25 de diciembre de 2012

En un agujero en el suelo vivía un hobbit...


Concepto artístico de un agujero hobbit de John Howe.
De las pocas cosas que seguí por efecto de la publicidad y que hoy mantengo sin avergonzarme es la saga del El Señor de los Anillos. Mundo fantástico inspirado en la mitología creado por el británico J.R.R. Tolkien, que si bien ya tenía mucho culto desde hace décadas dentro de la literatura de fantasía fue hasta hace diez años que se popularizó mundialmente. Gracias la trilogía de películas que adaptó los tres volúmenes la obra de Tolkien. No solo son horas de impecables efectos especiales y acción que mantiene despierto al público, pues hay un argumento que no busca caer en el camino fácil en las películas de su género; enriquecido con un trabajo artístico minucioso que pinta con trazados finos donde muchos usarían la brocha gorda.

Hace diez años, luego de quedar fascinado por las dos primeras adaptaciones exhibidas hasta entonces vistas en VHS; me dio por indagar en los tres libros que conforman El Señor de los Anillos. Con dinero en mano entré en una librería con la fe de encontrar La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres y El Retorno del Rey, pero en el estante en el que usualmente se ponían para vender solo quedaba un libro el cual no había escuchado mentar escrito también por Tolkien: El Hobbit. Lejos de decepcionarme por no encontrar la publicitada trilogía me llevé el ese libro con un precio que hoy sería de risa. Hasta hoy y siempre agradezco haberlo encontrado antes de los tres conocidos volúmenes que se mercadeaban con las imágenes de la película (propiedad de New Line Cinema entonces) , a diferencia de las ediciones que tenían en su portada el arte de Allan Lee y John Howe como la edición de El Hobbit que conseguí entonces.

Fue una fortuna que leyera El Hobbit antes que El Señor de los Anillos, pues es en realidad el volumen con el que empieza toda la historia entorno al Anillo. Posteriormente de conseguir y leer el resto de las obras di con otro libro de Tolkien, El Silmarillion; publicado de manera póstuma por su hijo Christopher. Es una recopilación de muchos apuntes los cuales detallan minuciosamente los orígenes de y los mitos de la Tierra Media mucho antes de los sucesos en los que toma parte tanto Bilbo como Frodo Bolsón. Era época de mis últimos años de colegio, en los que era bastante usual verme con un libro en la mano. Algo extraño en ese entonces y más ahora donde los “smartphones” tienen el monopolio de atención en los dedos de sus dueños. Alguien que se salga de esa imagen puede ser tachado de raro al igual que Bilbo Bolsón luego de su primera aventura.

El "tabaco" de Gandalf y los hongos de Radagast es lo que matiza dentro de la Tierra Media.
Y es que ahora luego de pocos años de acumular polvo y retomar lecturas, tanto pendientes como repetidas, es cuando más aprecio le tengo a lo que escribió Tolkien. Quien no fue como muchos escritores charlatanes de fantasía de la actualidad, que se valen más de la mercadotecnia que del peso de lo que escriben. Tolkien no escribió algo que se haga de la noche a la mañana, basta con ver los documentales que se encuentran muy fácil enYoutube los cuales tratan de él y El Señor de los Anillos. Detallando todo que lo influenció  como fueron los mitos nórdicos, incluyendo el trabajo minucioso que fue crear lenguajes propios para sus personajes. Además de incluir parte de su propia existencia que pesó mucho creando el entorno de los hobbits. Con los ellos me identifico mucho. Vivo y trabajo la mayor parte del tiempo fuera de la ciudad en el campo, que es más tranquilo y limpio al igual que la Comarca donde vive Bilbo y Frodo. Que como ellos uno cae de excéntrico dentro de su propio pueblo por ser más ratón de biblioteca. Además de alguna escapada de ocio en algún lado o simplemente tener amigos y gustos excéntricos.

Hace pocos días fui a ver la adaptación de El Hobbit al cine. Si he de ser sincero tenía cierta desconfianza al ver de cómo un libro más pequeño que el volumen más delgado de El Señor de los Anillos le iban hacer también tres partes, más en plan comercial que artístico. Pero luego de los 160 minutos de película quedé muy fascinado por el resultado. Si bien hay minutos donde se deja ver el relleno de más, por otro lado entusiasma como se hila fino en otros detalles. Como el mundo que concierne a los enanos, las criaturas tolkianas con más habilidad para los metales, las construcciones subterráneas y las piedras preciosas. De sus guerras contra los dragones y los trasgos, además de la notable enemistad y desconfianza con los elfos. Éstos tampoco se quedan atrás pues los personajes de Elrond y Galadriel vuelven aparecer, igual que el hermoso valle de Rivendel.

Detalle aparte es Radagast, colega de Gandalf en la Tierra Media. Me llama la atención su inclusión dentro de la película ya que en la obra apenas se menciona y más bien tiene más participación en los otros libros. De todas maneras es punto a favor ya que con él (al menos conmigo), además del aire tan pintoresco con el que lo detallan muestra mucho de ese sentimiento ecologista propio de Tolkien; en cuanto al aprecio de cuanta forma de vida hay por pequeña que sea. Al miedo de que los fuegos de la industria fueran arrasando poco a poco con lo bueno y verde del mundo. Como la oscuridad del nigromante lo hace con el Bosque Verde con el veneno de las acromántulas. Tolkien también por su lado abogaba en el heroísmo de los más pequeños como los hobbits, no con hazañas extraordinarias sino con la sabiduría de actos sencillos como dice Gandalf. Bilbo como el más sedentario de los hobbits, campante fumador de pipa, puede despertar su lado Tuk para salir de su cómodo agujero olvidando su pañuelo atrás. Temiendo más a una existencia rutinaria que a los orcos, wargos y dragones.


Pequeño ejemplar de El Hobbit que compré en 2003. Me costó menos de la mitad del precio que se vende ahora.