25 de septiembre de 2010

L’Auberge espagnole (2002)

Xavier (Romain Duris) sueña con ser escritor. Sin embargo, su destino vislumbra el ministerio de Economía gracias a un amigo de su padre, que le aconseja ir a vivir un año en España para obtener una especialización que le abrirá las puertas de un próspero mundo laboral. Decide, entonces, pasar un año de estudios en Barcelona gracias al programa Erasmus.(1)

Enla serie de entradas de Viajeros en tierra ajena vamos con una película de videoclub (en mi caso de P2P). Realizada conjuntamente entre por productoras española y francesa, L’Auberge espagnole (2002) también conocida como Una casa de locos, Piso compartido o El Apartamento Español es la crónica de Xavier como estudiante de intercambio en Barcelona. Lejos de su novia y de sobreprotectora madre, vivirá en la capital catalana su primera experiencia afuera de su país Francia. Como muchos estudiantes foráneos, tendrá dificultades iniciales en encontrar un piso para quedarse, entender y darse a entender tanto en castellano como en catalán.

Pese a esto, Xavier logra desenvolverse y encuentra lugar en un apartamento compartido con un grupo muy particular. Ahí viven seis jóvenes como él de seis países e idiomas distintos: una belga, un alemán, una inglesa, un danés, un italiano y una española. Con Xavier serían siete nacionalidades distintas viviendo bajo un mismo techo, lidiándose en el poco espacio del refrigerador, horas de estudio y las tareas de limpieza. Hay campo para pequeñas discusiones que terminan en escapadas a la vida nocturna de la ciudad. Así es como se va desarrollando esta película, la cual es un auténtico escabeche europeo.

En el 2008 Woody Allen llegó a tierras culés para filmar Vicky Cristina Barcelona. Aunque tiene algunas virtudes, si la comparamos con L’Auberge espagnole resulta una hipócrita, anticuada y pedante visión de Barcelona. Tan aristocráticos como desentendidos, los personajes de Scarlett Johannson y Rebecca Hall no pasan las mismas difucultades de los creados en el trabajo de Cédric Klapisch. La seudo visión que da sobre la cultura catalana solo es una imagen superficial de España. Muestra al país ibérico muy homogéneo, cuando en realidad es muy variado en lenguas y en geografía. Allen musicaliza su película con únicamente guitarras y bailes flamencos, mientras que para el realizador frances también se vale del hip hop, ritmos afro-tropicales y de música electrónica. Entonces dentro de su refinada burbuja, este cineasta americano se queda como pigmeo cuando trata de ser multicultural.

Eso es lo que se critica y se resalta en esta cinta. Los países y nacionalidades son más allá de vagos estereotipos pregonados en TV o cine. Es ser conciente de tener una identidad, capáz esta de adoptar otras que enriquescan la que ya se tiene. Además es historia de supervivencia y adaptación, donde algo desconocido se vuelve poco a poco cotidiano. Xavier entonces se deja absorber por los demás, lo cual le irá trazando nuevas prioridades muy a fines al torbellino por el que está girando. Esta película es también la búsqueda de la libertad, que por nostalgia y lágrimas que suelte va forjando una mentalidad firme en su personaje.

L’Auberge espagnole tiene una continuación titulada Las muñecas rusas (es poupées russes, 2005). Donde parte del elenco y la producción vuelve a participar.

FICHA ARTÍSTICA

Nombre: L’Auberge espagnole (Una casa de locos)
Año: 2002
Director: Cédric Kaplisch
Guión: Cédric Kaplisch
Actores: Romain Duris, Barnaby Metschurat, Judith Godrèche, Cécile de France, Kelly Reilly, Cristina Brondo, Kevin Bishop, Federico D'Anna, Christian Pagh y Audrey Tautou..
Música: Artistas varios.
Países: Francia y España.
Idioma: Francés, español, inglés.
Duración: 122 minutos.


20 de septiembre de 2010

Lost in Translation (2003)

Hay películas que parecen estar llenas de muchos actores, entre personajes y extras tanto contratados como casuales. Son esas que en realidad terminan centrándose en uno o dos de ese montón. Así pasa en Perdidos en Tokio (Lost & Translation, 2003), película realizada por Sofia Coppola. En ella Bill Murray encarna a un actor en decadencia que viaja a Japón para hacer comerciales. Scarlett Johansson es una joven casada con un fotógrafo, el cual limita su existencia en acompañar a su esposo en sus viajes de trabajo. Tanto para los personajes como para el espectador, aún estando en una de las ciudades más pobladas del mundo, queda en evidencia un profundo sentimiento de soledad.

Ambos personajes parecen notar que su vida ha llegado a un punto muerto, del cual parecen hastiados e incapáz de cambiarlo. Ven poco productivo ridiculizarse ante un showman de la TV japonesa o toparse una actriz idiota, que viaja por medio mundo para promocionar una película de mal gusto. Asediados por el insomnio, tiene un encuentro ocasional que evoluciona en compañía. Charlotte (Johannson) y Bob (Murray) intentan evadirse de sus monótonas realidades sumergiéndose en los suburbios de Tokio.

Estar en esa gigantesca metrópoli japonesa parece viajar un par de décadas al futuro, respecto del resto del mundo. Marejadas de personas abarrotan aceras y subterráneos, concentradas en sus propios asuntos. Charlotte transita sola en esos modernos ambientes urbanos, que van de la mano con la cultura ancestral. Por ratos eso sí parece ser una vulgar copia del mundo occidental.

Desde lo alto del hotel Hyatt Park, en el importante barrio de Shinjuku, Charlotte y Bob contemplan la inmensidad de Tokio. Tan grande que los hace sentir más insignificantes y aislados del resto de los demás. De noche se adentran en esos mares de neón, entre discotecas futuristas y restaurantes de comida tradicional. Para buscar eso que hace sentir plenas a las personas más allá de sí mismas: compañía mutua.

A un ritmo lento, Lost in Translation enseña la extraña belleza de los espacios urbanos y como no, los pequeños detalles. Como mirar somnoliento en la ventana de un taxi los arcoíris de luces que alumbran la ciudad. Andar por las calles de Shibuya para ver el holograma de un dinosaurio caminar entre los edificios. Ir en tren bala a Kyoto para viajar al pasado entre cerezos y palacios El bello silencio milenario del Japón, habla bastante en todo el metraje de la película. Sin ir por el camino escapista este encuentro nostálgico y agridulce puede dejar sonrisas, además de una que otra lágrima.

Parece que el resto de gente no estuviera o simplemente se queda al margen del cuaderno de la existencia. Solo es la historia dos personas entre millones, que hormiguean Tokio noche y día.

Curiosidades
  • Sofia Coppola se inspiró para escribir esta historia, en la larga relación que tuvo con el director de cine Spike Jonze, que terminó el mismo año en que salió la película.(1)
  • Es más, se dice que Kelly (Anna Faris), encarnación de la rubia tonta, actriz a la que se ridiculiza en el film y quien presenta su última película en el mismo hotel en el que están hospedados Bob y Charlotte, es un guiño evidente a Cameron Diaz, con quien se involucró a Jonze.(2)
  • Fue filmada durante 27 días durante el mes de octubre en el 2002. (3)
  • Ganó el Oscar en el 2003 al Mejor Guión Original. También estuvo postulada a Mejor Actor (Bill Murray), Mejor Directora (Sofia Coppola) y Mejor Película.

FICHA ARTÍSTICA

Nombre: Lost in Translation (Perdidos en Tokio)
Año: 2003
Directora: Sofia Coppola
Guión: Sofia Coppola
Actores: Bill Murray, Scarlett Johansson, Giovanni Ribisi y Anna Faris.
Música: Artistas varios.
Países: EE.UU.
Idioma: Inglés y japonés.
Duración: 102 minutos.


17 de septiembre de 2010

Viajeros en tierra ajena: In Bruges (2008)

Voy a comenzar una serie de entradas acerca de películas con personajes ajenos al lugar de donde están. Para iniciar vamos con una película que no se sabe cómo clasificar. Parece ser un típico thriller de asesinos y espías, pero tiene también comedia, parodia y drama introspectivo. Algo ajeno en películas de acción europeizadas a lo James Bond o la saga de Jason Burne. El caso es que Escondidos en Brujas (In Brujes, 2008) los personajes son cualquier cosa menos estereotipados.

Dos asesinos a sueldo irlandeses son enviados luego de un trabajo a la ciudad belga de Brujas. Esto con el fin de ocultarse. Como cita Ken (Brendan Gleeson) en la película, Brujas es la ciudad medieval mejor conservada de Bélgica. Pero el interés y la fascinación que tienen las construcciones medievales no despiertan curiosidad en Ray (Colin Farrell), que a diferencia de su colega Ken se aburre de su estancia. Por lo mismo recurre a la vida nocturna de la ciudad para encontrar una válvula de escape. A lo que lleva a toparse con la filmación de una película, para tener un espontáneo romance con Chloë (Clémence Poésy) quien parece trabajar en la realización del largometraje.

Una cosa lleva a otra, por lo que no es la idea seguir ahondando en que termina la historia. Si vale mencionar entre otros detalles, la relación de una ciudad con aires de cuento de hadas con el tipo de oficio que ejercen Ken y Ray. Para los dos su exilio en Brujas despierta sensaciones opuestas. Ken se limita a disfrutar de la antigüedad de la ciudad, mientras Ray se ofusca como el peor turista del mundo muy ocupado en sus propias cavilaciones.

Esto es lo que opina sobre Brujas el director y guionista de la película Martin McDonagh:

“Fui a Brujas por primera vez hace cuatro años, y tuve sentimientos muy encontrados acerca de la ciudad. Era extraña, medieval, y me pregunté por qué no se había rodado ninguna película allí. En cuanto di mi cuarta vuelta por sus calles, empecé a aburrirme y fue cuando pensé en dos personajes que vieran Brujas de dos modos muy diferentes: uno, Ken, ama la cultura, el otro, Ray, solo quiere tomarse una cerveza. Y a partir de ahí surgió la idea de que fuesen asesinos.”

Los asesinos en Escondidos en Brujas tienen una imagen muy opuesta a la que se nos venden en franquicias y blockbusters. Pueden parecer duros en su sentido del honor, pero también son vulnerables al remordimiento y a la redención de sus actos. Despiertan simpatía, incluso el personaje de Harry (Ralph Fiennes) quien es el más mal hablado y violento de la película. Palabrotas e insultos se oyen de sobra, aunque con un tono muy humorístico.

Pero la película también se llena de otros elementos interesantes. Se puebla de personajes muy variados que van desde skinheads inútiles, femmes fatales narcotraficantes, turistas americanos obesos o enanos drogados. Las escenas rondan en el drama y el humor negro, con diálogos inteligentes y cómicos. La ya mencionada ciudad de Brujas que de noche se vuelve siniestra y espectral, como los grabados de El Bosco que ven Ken y Ray en un museo de arte.

Parece ser una película como las hechas por Quentin Tarantino, pero mucho menos violenta y más melancólica. En eso gracias a la música de Carter Burwell, músico habitual de los hermanos Coen. Es una historia bastante original donde se ven personajes en un entorno apaciblemente raro para ellos.

FICHA ARTÍSTICA

Nombre: In Bruges (Escondidos en Brujas)
Año: 2008
Director: Martin McDonagh
Guión: Martin McDonagh
Actores: Colin Farrell, Brendan Gleeson, Ralph Fiennes, Clémence Poésy y Ciaran Hinds.
Música: Carter Burwell.
Países: Inglaterra.
Idioma: Inglés.
Duración: 107 minutos.


11 de septiembre de 2010

Estreno: Taking Woodstock (2009)

Hace una semana se estrenó en el país, aunque la vi desde varios meses antes. Con Taking Woodstock (Bienvenidos a Woodstock, 2009) el taiwanés Ang Lee vuelve a EE.UU. luego de dirigir un trabajo en su país, para retratar los entretolones del memorable Festival de Woodstock en 1969.

La historia se centra en Eliot (Demetri Martin) y sus dos padres. Inmigrantes judíos dueños de un motel en el pueblo de White Lake, un lugar donde hasta entonces no pasa nada. Para pagar sus deudas Eliot logra contactar a los promotores de la actividad para que el concierto lo hagan en su pueblo. El motel de la familia de Eliot se vuelve cuartel de operaciones del concierto de Woodstock. El cambio va bien en sus disminuidos padres de Eliot, que con la actividad encuentran un aire a la apasible vida que tienen en White Lake. El lugar de la noche a la mañana se va volviendo punto de llegada de miles de hippies, algo que para la mayoría de lugareños no les hace ninguna gracia.

Alguien que parece ajeno a su tiempo y sin embargo termina influenciándose de él, es Eliot. Se transforma cuando algo de la envergadura de Woodstock toca sus puertas. Aunque no solo se trata de eso, sino de una larga cadena de detalles. Es encontrar un amigo con secuelas emocionales de Vietnam, hablar con un travesti quien es veterano de la Guerra de Corea que te ofrece protección contra la mafia local, tener un grupo teatral varguardista ensayando en el granero, encontrar un policía saludando en vez de dar garrote y encerarse en una microbus con una pareja de hippies para tener un viaje ácido. Eliot desea ayudar a sus padres a salir de sus problemas, aunque en realidad quiere es ser uno de esos easy riders que salen de casa para buscar su propio destino.

Eliot es un turista de un mundo que no ve habitualmente, pero que es parte de su tiempo y su generación. Caminar entre las avenidas Groovy & Happy para encontrar quemas de sostenes, ambientalistas y socialistas pregonar sus ideas. Eso para hallar al final un campo abierto para oler en el aire la música de Janis Joplin, Jimmy Hedryx, Joan Baez y Ravi Shankar. En un océano humano alterado por las imagenes ácidas del LCD y en una colina lodosa donde los amigos de la infancia vuelven a ser niños mientras que el mundo sigue con sus estúpidos problemas. Es el sentimiento que transmite una película, que quiere hacer semblanza de una insoslayable época.

Divierte y se ríe bastante. Lenta al principio y más ágil después. No será la mejor película sobre los sesentas, aunque verla no es un rato para nada desperdiciado.

FICHA ARTÍSTICA

Nombre: Taking Woodstock (Bienvenidos a Woodstock)
Año: 2009
Director: Ang Lee
Guión: James Schamus
Actores: Demetri Martin, Imelda Stauton, Henry Goodman, Emile Hirsch, Paul Dano y Liev Schreiber.
Música: Danny Elfman.
Países: EE. UU.
Idioma: Inglés.
Duración: 121 minutos.

9 de septiembre de 2010

Proximamente: The Social Network (2010)


No soy de impacientarme a la espera de un estreno de una película. Lejos de mirar únicamente al frente, atrás hay un siglo entero de buenas y excelentes películas. Unas se adelantaron a su tiempo, mientras que otras no tuvieron mucho éxito en sus días pero hoy llegan a tener eco. Aún así, hace poco me tope un avance de una película que tratará sobre Facebook y sus fundadores. Me despierta interés en qué tanto ahondará en la influencia y las contradicciones que despiertan en esta popular red social. La cinta es dirigida por David Fincher, artista de genialidades como Se7en (1995) y The Figth Club (1999); además de buenas películas recientes como Zodiac (2007) y The Curious Case of Bejamin Button (2009). Esto puede augurar trabajo de más contenido y no solo el simple drama de unos geeks que desarrollan un sitio web.

El estreno de The Social Network está para el 1 de octubre de este año. No hay fecha fija para Costa Rica.

3 de septiembre de 2010

The Horse Whisperer (1998)

Durante el mes pasado este blog se dedicó a comentar películas del oeste, enfocándose en su mayoría de entradas quizá en el lado más oscuro y violento del género. Soy de los que gusta valorar de la violencia, cuando se muestra con un mensaje moral y humano de fondo. Pero no al tipo de violencia que predican las patadas de Chuck Norris ni los puñetazos de un fracasado como Steven Seagal, quien ahora no le queda remedio que interpretar villanos para seguir apareciendo en cartelera.

Sin embargo, sería una necedad morbosa seguir escribiendo de esta tendencia. Cuando hay casos que no se recurren a disparos ni persecuciones para hacer una buena película. Por eso quiero cerrar este ciclo de entradas sobre el western con una cinta fascinante por la belleza de sus imágenes. Es El hombre que susurra a los caballos (The Horse Whisperer, 1998), aunque cuando se estrenó en Costa Rica se le conoció como El señor de los caballos.

No es propiamente un western, más bien es una cinta que va al drama y al romance. Se ambienta en su mayoría de metraje en las rurales praderas de Montana. Es realizado y protagonizado por Robert Redford, acompañado por Kristin Scott-Thomas y una casi quinceañera Scarlett Johansson. El filme trata sobre el drama de Grace McLean (Johansson), una chica amante del deporte equino la cual sufre un accidente que deja graves secuelas físicas y emocionales; tanto a ella como para su caballo Pilgrim. Su madre Annie McLean (Thomas) quien dirige una revista, decide ir a Montana con su hija Grace a contactar al susurrador de caballos Tom Booker (Redford) para que se encargue del cuidado de Pilgrim.

Es evidente el choque entre lo urbano y rural. En un principio los personajes citadinos de Annie y Grace no parecen entender la silenciosa filosofía de los vaqueros como Tom Booker. Poco a poco van comprendiendo que en el campo las cosas toman su propio tiempo. La aparente soledad rural reconforta y llena más el espíritu que en la densa ciudad donde se proviene, llena de gente sin conocerse que camina de un lado a otro sin mirar a nadie.

Esta película se mete en la figura mística del caballo, como un ser con sufrimientos muy humanos que encuentran redención corriendo en la inmensidad de las praderas. Mucha de la virtud que tiene The Horse Whisperer es en mostrar la belleza de los paisajes, con tomas espectaculares dignas de pintarse en lienzo y fotografías. La parte musical ayuda a envolver la rara y agradable sensación de ver algo hermoso, como son muchas de las imágenes de la película de Robert Redford.

Por lo mismo, creo que también es necedad seguir hilando fino en los detalles de la película. Es un poco escapista, pero no hay culpabilidad en disfrutar. La vi hace como diez años la primera vez. No sabía de películas (en realidad a veces no es necesario tratar de aprender), pero me di cuenta de que era algo bueno en las casi tres horas que duraba. Gusta más cada vez que la veo de nuevo.

FICHA ARTÍSTICA


Nombre: The Horse Whisperer (El hombre que susurra a los caballos)
Año: 1998
Director: Robert Redford
Guión: Eric Roth
Actores: Robert Redford, Cristine Scott-Thomas, Scarlett Johansson, Sam Neil, Chris Cooper.
Música: Thomas Newman.
Países: EE. UU.
Idioma: Inglés.
Duración: 168 minutos.


2 de septiembre de 2010

Entrevista a Daniel Monzón



Daniel Monzón es un director español ganador del Goya recientemente por su película Celda 211 (2009), la cuál se acaba de estrenar hace pocos días en el país. El video tiene producción de TCM como especial de los premios Goya. Aquí el español habla de sus inicios haciendo películas y comenta sobre la oferta de hacer un remake de su película en Hollywood. Lejos de ser solo un tipo que hable, la entrevista también es documental ilustrado de las realizaciones del director.