Recuerdo oír hace como diez años a un sacerdote manipulador llamado Minor Calvo, despotricando en la ya desaparecida Radio María el estreno en Sala Garbo de esta película (con un retraso de aproximadamente 15 años). Antes de Parmenio Medina fuera madreado en los sermones dominicales Radio Maria, el padre Minor exhortaba a sus oyentes a boicotear la exhibición del filme; la cual por su contenido difícilmente la pasen para Semana Santa en televisión abierta.
Años después, mientras el padre Minor pasaba unos años en la cárcel, Martin Scorsese (director de la película y antiguo seminarista) ganaba su merecido premio Oscar en el 2007 (cuando se lo pudieron haber dado antes por Taxi Driver o Toro Salvaje, películas muy superiores a Los Infiltrados). Para esta semana entonces, como manera de variar el repetitivo repertorio televisivo de Semana Santa decidí sacar tres horas de mi tiempo para ver esta película. Que la verdad no deja indiferente.
La gran polémica que pregonaba el padre Minor en radio, demás curas y santurrones moralistas es el hecho de que la imagen de Jesús que se ve en esta cinta es muy diferente al Jesucristo bíblico que encarnó Robert Powell en la mini serie Jesús of Nazareth (1977), realizada por Franco Zeffirelli. En esta película Willem Dafoe encarna a un Jesucristo con más defectos que virtudes, completamente desmitificado del testimonio de los evangelios el cual busca su razón de existencia. El mundo por el que se rodea es de igual de decadente como lo hubieran sido Sodoma y Gomorra, el personaje de Jesús se absorbe de ese mundo. María Magdalena (Barbara Hearshey) y Judas Iscariote (Harvey Keitel), villanos en los evangelios, quedan con una imagen más positiva según el guión de esta cinta.
La película que se basa en el libro homónimo del griego Nikos Kazantzakis, enfrentó en un principio el problema de la búsqueda de presupuesto. Tanto Willem Dafoe (Jesús), como Harvey Keitel (Judas) y David Bowie (Pilatos) actuaron prácticamente de gratis (1). Nadie se atrevía a financiar tan polémico proyecto, que incluso en su estreno grupos fundamentalistas cristianos organizaron manifestaciones de protesta frente a las salas de cine; donde se exhibía la película. Este boom controversial le dio publicidad necesaria a la cinta de Scorsese para su difusión, que de no haber sido así hubiera pasado desapercibida.
Diría que pese a lo polémico del tema y a lo ajustado del presupuesto, La Última Tentación de Cristo tiene virtudes artísticas considerables. Está la música de Peter Gabriel , oportuna donde que juega con los paisajes fílmicos; lo arriesgado de su historia que a fín de cuentas es ficción, actuaciones y escenografía con propuestas interesantes. Martin Scorsese ganaría una nominación al Oscar, que no ganaría hasta 19 años después.
Años después, mientras el padre Minor pasaba unos años en la cárcel, Martin Scorsese (director de la película y antiguo seminarista) ganaba su merecido premio Oscar en el 2007 (cuando se lo pudieron haber dado antes por Taxi Driver o Toro Salvaje, películas muy superiores a Los Infiltrados). Para esta semana entonces, como manera de variar el repetitivo repertorio televisivo de Semana Santa decidí sacar tres horas de mi tiempo para ver esta película. Que la verdad no deja indiferente.
La gran polémica que pregonaba el padre Minor en radio, demás curas y santurrones moralistas es el hecho de que la imagen de Jesús que se ve en esta cinta es muy diferente al Jesucristo bíblico que encarnó Robert Powell en la mini serie Jesús of Nazareth (1977), realizada por Franco Zeffirelli. En esta película Willem Dafoe encarna a un Jesucristo con más defectos que virtudes, completamente desmitificado del testimonio de los evangelios el cual busca su razón de existencia. El mundo por el que se rodea es de igual de decadente como lo hubieran sido Sodoma y Gomorra, el personaje de Jesús se absorbe de ese mundo. María Magdalena (Barbara Hearshey) y Judas Iscariote (Harvey Keitel), villanos en los evangelios, quedan con una imagen más positiva según el guión de esta cinta.
La película que se basa en el libro homónimo del griego Nikos Kazantzakis, enfrentó en un principio el problema de la búsqueda de presupuesto. Tanto Willem Dafoe (Jesús), como Harvey Keitel (Judas) y David Bowie (Pilatos) actuaron prácticamente de gratis (1). Nadie se atrevía a financiar tan polémico proyecto, que incluso en su estreno grupos fundamentalistas cristianos organizaron manifestaciones de protesta frente a las salas de cine; donde se exhibía la película. Este boom controversial le dio publicidad necesaria a la cinta de Scorsese para su difusión, que de no haber sido así hubiera pasado desapercibida.
Diría que pese a lo polémico del tema y a lo ajustado del presupuesto, La Última Tentación de Cristo tiene virtudes artísticas considerables. Está la música de Peter Gabriel , oportuna donde que juega con los paisajes fílmicos; lo arriesgado de su historia que a fín de cuentas es ficción, actuaciones y escenografía con propuestas interesantes. Martin Scorsese ganaría una nominación al Oscar, que no ganaría hasta 19 años después.
FICHA ARTÍSTICA
Nombre: The Last Temptation of Christ (La Última Tentación de Cristo).
Año: 1988.
Director: Martin Scorsese.
Guión: Paul Schrader. Basada en la novela de Nikos Kazantzakis
Actores: Willem Dafoe, Harvey Keitel, Barbara Hearshey, Harry Dean Stanton y David Bowie.
Música: Peter Gabriel.
País: EE. UU.
Idioma: Inglés.
Duración: 164 minutos.