19 de octubre de 2012

Mushishi



Mis nociones del anime hasta hace unos años se limitaban a series casi infinitas en las que una y otra vez eran repetidas y que fácilmente se podrían resumir una frase. Es un peleadorcillo que quiere ser un súper peleador me dijo un primo sobre Naruto. No paré de reírme durante varios minutos así se resume un animé que tiene casi 500 episodios le dije ironizando. No soy de los obsesionados in extremis del anime, que se presta tanto para series largas y predecibles como para otras más cortas pero ricas en estructura de contenido. Mushishi es una de ellas.

Mushishi se ambienta en un Japón feudal donde criaturas sobrenaturales llamadas mushis forman parte de la cotidianidad, aunque no pueden ser vistos por toda la gente. Entre los que si los distinguen están Ginko, maestro del mushi (mushishi) y personaje principal de la serie que es de paso el único que no viste a usanza tradicional nipona. Va errante de un lado a otro atendiendo casos particulares los cuales son ocasionados por los diversos mushis que inciden sobre la gente. A veces de una forma peculiar, aunque en otras de manera más trágica.

Abarca 26 episodios, pero a diferencia del resto de series cada capítulo es una historia independiente que tienen finales abiertos que no caen en lo obvio. No hay violencia, ni diálogos tontos o innecesarios. Es un anime que da gusto ver por su sobriedad con la que está construido, igual que el evocador mundo rural que ambienta minuciosamente y la agradable música tradicional nipona que sirve como banda sonora. El universo de Mushishi es inspirado en el folklore japonés de antaño donde los mushis son causantes de muchos eventos sin explicación. Criaturas con grandes poderes que a su vez son frágiles, que inciden en el mundo y van fluyendo sobre él a través de ríos de luz donde radica su ciclo vital. Un anime de los reflexivos, ideal para ver sin mucha prisa.