Al compás de la música sesentera de King Crimson, un elegante Rolls-Royce se abre paso entre una estrecha calle; inundada de suciedad, bicicletas, tuk-tuks, gente desbordándose de las aceras y puestos callejeros. Pasa por Trafalgar Square donde una manifestación se postra bajo la voz de un pastor despotricante de las catástrofes del mundo. El Rolls-Royce continúa sin inmutarse, pasando un puesto de control estrictamente vigilado por el ejército británico. Atraviesa la Zona Verde de Londres, para llegar finalmente al Battersea Power Station; en donde un cuarteto británico en los setentas infló un cerdo gigante para convertirlo en la portada de un disco al que llamarían Animals.
El lugar ya no es una planta de energía. Es una especie de arca en la cual protege obras de arte sobrevivientes del vandalismo, incluido el cerdo volador Algie. Es noviembre del año 2027, el mundo es azotado por el caos y ningún niño ha nacido en 18 años. Mientras los inmigrantes ilegales son perseguidos sin piedad, los noticieros británicos anuncian el asesinato de Diego Ricardo, la persona más joven del mundo residente en Buenos Aires. El mundo entero llora la pérdida joven argentino, al mismo tiempo que las bombas estallan en pleno centro londinense con la misma habitualidad que explotan en Bagdad hoy.
Ese es el mundo que ve en Children of Men (2006), una película de ciencia ficción inspirada en el libro de la escritora P.D. James. Es dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón, que años antes ya había hecho películas variadas como The Little Princess (1995), Great Expectations (1998), Y tu mamá también (2001) y la secuela menos comercial de la franquicia Harry Potter. En un año inolvidable también para sus amigos Guillermo del Toro (El Laberinto del Fauno) y Alejandro Gonzáles-Iñarritú (Babel), Children of Men (Hijos de los Hombres) se convirtió en una de las mejores películas del 2006.
La película se centra en Theo (Clive Owen), un burócrata cínico y desesperanzado de la vida que luego de 20 años se reencuentra con Julien (Julianne Moore), novia de su juventud (donde fueron activistas políticos) quien es líder del grupo insurgente conocido como los Peces. Julien le pide a Theo que escolte a una particular inmigrante, para contactar con una enigmática entidad llamada Proyecto Humano. Theo entonces se sumergirá en una travesía que lo despertará de la apatía y el pesimismo que le rodea desde el comienzo de la infertilidad.
Además de una historia que conmueve y medita sobre un futuro en donde la especie humana no puede reproducirse, es una película futurista inspirada casi en su totalidad en el presente. La guerra en Iraq, la tortura de prisioneros en Guantánamo y Abu Ghraib y el creciente sentimiento de xenofobia a los inmigrantes son elementos que Cuarón y su equipo de guionistas plasmaron en la pantalla. De igual manera, considerables referencias a las letras del disco Animals de Pink Floyd (inspirado a su vez en La Rebelión en la Granja de George Orwell), cuyo nihilismo musical no se oye pero está a la vista del espectador.
En Children of Men no existen buenos o malos. Pues los métodos totalitarios del gobierno y de la insurgencia de los Peces son igual de crueles o contradictorios para la gente que dicen proteger. La humanidad es la completa culpable de su catástrofe, no importa el color de la bandera o bando político. En eso Cuarón lo deja recalcado de sobra, pero también da la tenue esperanza en que alguien se salga de esos arquetipos en donde se comprometa con un idealismo sincero: Julien por sus convicciones políticas de juventud, Theo igual aunque es más emocional. Desea comenzar de nuevo una relación con Julien, marcada por una tragedia en el pasado que los distanció.
Esta cinta se fortalece mucho tanto de las actuaciones, como el trabajo técnico y el diseño artístico. Owen y Moore son secundados por los sobresalientes trabajos de Michael Caine como Jasper (una reminiscencia hippie), Chewetel Ejiofor como Luke y un soberbio Peter Mullam como Syd; un trastornado policía adicto a las drogas (cualquier parecido a un ex integrante de Pink Ployd no es mera coincidencia). La cinematografía de Emmanuel Lubezki, paisano y amigo de Cuarón, su cámara al hombro da un alto realismo que parece documental. En las películas de Cuarón se caracterizan por incluir tomas largas (de hasta seis minutos continuos) y en Children of Men se destacan especialmente dos (no entraré en detalles). Ambas ponen al espectador como un personaje directo, que vive el caos muy de cerca.
Personalmente, no se que tan posible sea una infertilidad humana a futuro como se ve en esta cinta. Pero de algo estoy seguro es que la infertilidad moral está en aumento. Ver la vida de Theo fue observar en bola de cristal mi vida futura. Los graffitis que se leen en sus paredes y los dibujos garabateados en escuelas abandonadas dan testimonio de todos esos sentimientos. Un medio ambiente arruinado y los suburbios londinenses tan caóticos como lo llegaron a ser las calles de Sarajevo, Mogadishu o Bagdad, dan que pensar de cómo será una ciudad como San José cuando llegue al 2027. Children of Men es una visión aterradoramente creíble del futuro, que pone a temblar al tratar de mirar más allá de los años venideros.
FICHA ARTÍSTICA
Nombre: Children of Men (Niños de los Hombres).
Año: 2006.
Director: Alfonso Cuarón.
Guión: Alfonso Cuarón, Timothy Sexton, David Arata, Mark Fergus y Hawk Ostby.
Actores: Clive Owen, Julianne Moore, Michel Caine, Claire-Hope Ashitey, Chewetel Ejiofor, Pam Ferris, Danny Huston y Peter Mullan.
Música: John Tavener.
País: Gran Bretaña.
Idioma: Inglés.
Duración: 109 minutos.
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