En la lejana época en que como aficionado al fútbol yo era un saprissista envenenado (siendo bien chiquillo), hasta la época en que la LDA ganó cuatro años seguidos el campeonato; curándome así de la enfermiza fanaticada futbolera. Aún me acuerdo de despedidas memorables de jugadores carismáticos de tiquicia como Evaristo Coronado; que si bien jugaba a meter en gol frente a la raya era un futbolista con aura de gente y se dejaba querer entre propios y contrarios.
Walter "Paté" Centeno tuvo sus momentos de gloria, como ese gol que le metió al Real Madrid de los galácticos para el AEK de Atenas en la Champions League hace diez años. Pero con el paso del tiempo se generó antipublicidad con su arrogancia y bravuconería (y sus ridículas camisetas de despedida). Ahí tendrá su trayectoria, pero no tiene el carisma o generará la misma añoranza que irradiaba gente como Coronado y Enrique Díaz en Saprissa o el Mauricio Montero y Wilmer López con LDA. Jugadores de una última generación que no terminaba emigrando a Europa para jugar en clubes nórdicos, como lo hacen hoy la mayoría de legionarios de la selección nacional.
Centeno aunque se vista de seda, mono se queda. Evadiendo impuestos de paso como es usual en la gente de su profesión. Se despide en un partido nada amistoso y algo escaso de gente, en donde los insultos y las palabrotas habituales de los estadios se escuchaban claramente en la transmisión televisiva.
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