3 de marzo de 2013

Amargas repelas

Siembra de café con el cerro Los Cuarteles al fondo.
Repela: Última etapa de la recolección del grano del café, la cual abarca en ciertas regiones de Costa Rica en los meses de febrero a marzo.

Mucho rato tenía el blog echando polvo. No por apatía ante el escaso "rating" que muchos se esmeran por subir, sino por el trabajo estacionario de la época. Los meses de diciembre a febrero no solo abarca el invierno en el hemisferio norte y el verano en el sur, en el trópico es la época seca en la cual conforman días soleados y ventosos en donde se cosecha mucho del café que se consume en el mundo. Para los que recogemos el grano es la época que se trabaja el triple, pues no se debe descuidar las otras obligaciones que dan de comer fuera del ámbito agrícola. Así que el poco tiempo libre existente más vale ser aprovechado en lo que disfrutar se refiere.

Hace poco escribí algo en mi Facebook, recapitulando la irregular cosecha de este año y la vida rural en general; el cual tuvo una acogida interesante entre mis contactos. El texto va más para mis paisanos y no tiene el propósito de hacer sentir mal al que viva en mejor situación, pues éste servidor ya va entendiendo que nada productivo se obtiene en irradiar culpabilidad a los demás. Se trata más bien en ayudar a ampliar la idea de mundo de un caficultor del trópico al consumidor que saborea su humeante taza en los cafés de Madrid, Buenos Aires y el resto del mundo donde llegan bolsitas de grano molido con el nombre de un país centroamericano.

Hace años creía que tener tierra en el campo era un impedimento para desarrollo personal, en cuanto a la tendencia de que se debe emigrar del área rural a la ciudad para encontrar un mejor futuro (económico y académico) en la ciudad porque trabajar la tierra no es rentable. Cada día sin embargo me estoy convenciendo que trabajar un campo que se va a heredar, lejos de ser una carga que obstaculice oficios o aprendizajes, más bien es una gran fortuna por el simple hecho en recibir un pedazo de planeta Tierra. Un lujo que muchos no tienen del cual hay que ser responsables por el uso que le demos. Para hacerlo fértil y apto para la vida orgánica que nos permita beneficiarnos sin perturbar el medio, o convertirlo en un pedo de cemento estéril para venderlo al mejor comprador en un afán material y cortoplacista.


En estos días va finalizando la temporada cafetalera, de las más duras que recuerde en mi corta existencia. Como si la situación por el mal precio del grano no fuera la única, el brote del hongo de la roya ha sido el golpe de gracia para un año malo en producción cafetera. No queda más que apretarse el cinturón un poco, prever y desarrollar alternativas para no depender exclusivamente del café como única actividad económica. Nada se logra por tener el mal gusto en bromear ante una eventual escases de bolsas de café en los supermercados. Tampoco se vale presumir de caficultores solo en el fin de semana que dura la Feria del Café en el pueblo. Únicamente queda aguantar la marejada de la crisis, sin importar que en un mundo paralelo chiquillos de mami y papi despreocupados se saquen fotos con su exclusivo café de Starbucks.
Frailes de Desamparados, 18 de febrero del 2013. 

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