Estatuas del pretil de la UCR frente al edificio de Estudios Generales. |
“A los universitarios nos da pena ir al hipódromo, pues hasta los caballos terminan su carrera"
Woody Allen.
Ayer lunes 11 de marzo fue el inicio de una semana más de
trabajo para un gran porcentaje de la humanidad, rural o urbana. Fue también el
primer día de lectivo para varios miles de estudiantes empadronados en las
diversas sedes de la Universidad de Costa Rica (UCR), siendo el recinto Rodrigo
Facio la sede que alberga más de la mitad del estudiantado. Un lunes de marzo hace
cuatro años este servidor fue uno de muchos primerizos universitarios que
llegaban a las aulas a las 7:00 am de la mañana. De haber cumplido a cabalidad
el programa de estudios hoy iría por el cuarto año de carrera. Así sería de no
haber desertado hace ya dos años y medio.
A diferencia de la mayoría de gente que entra a la U, yo lo
hice varios años después de haber salido del cole. Había hecho la prueba de
admisión en la cual obtuve una nota relativamente baja que me permitió aún así
quedar elegible, comencé a hacer los trámites no muy convencido exactamente de
lo que quería cursar en la U. Al final lo dejé por cuestión socio-económica,
combinada por una alta (des)motivación por parte del círculo familiar. Poco
después de graduarme del colegio anduve primero como electricista durante pocos
meses, oficio que aprendí en el cole del cual no tuve vocación. Terminé como
informático y administrativo cerca de donde vivo, en la empresa maquiladora que
fundó don Pepe Figueres en su finca de “La Lucha Sin Fin” en San Cristóbal Sur
de Desamparados. La compañía donde trabajaba se ubica cerca de un río, en una
hondonada rodeada de cipreses que en la mayor parte del año tiene un clima
nublado y llovioso; aunque podía dar a menudo evocadores amaneceres y
atardeceres bastante azules.
Era el entorno perfecto que muchos oficinistas fantasean en
la ciudad. Viaje al trabajo sin presas, con un aire limpio y con el sonido de
los pájaros junto con el del río a pocos metros de la oficina. Siendo una
empresa afincada en un lugar rural no hay mucha distancia social entre el
personal de las fábricas con el de las oficinas. Unos con otros habían
distancias, pero jamás faltaba la cordialidad y complicidad. En una cuestión
casi de familia, así era la mentalidad que había implantado don Pepe en estas
montañas mucho antes de 1948. Sin embargo yo en poco tiempo llegué al tope
dentro del rol que asumía en el departamento. A los dos años me sentía
estancado, como obligado a calcar los días. Si habían desafíos u objetivos por
cumplir, éstos quedaban continuamente retrasados por el rol de apagafuegos que
constantemente los informáticos asumimos de forma imprevista.
La sensación de aislamiento con la gente de mi generación
era creciente, en un trabajo con horario inflexible que en ocasiones abarcaba
la semana entera. No daba mucha libertad para ira viajes o veladas que se
organizaban. Veía entonces a algunos amigos y
conocidos que, aún absortos en sus carreras universitarias tenían un
respiro de un mes a mitad de año; más los casi tres meses de época seca en la
que podían trabajar en otra cosa temporalmente o descansar completamente de la
U (salvo los que llevan cursos de verano). Por ahí entonces el gen de
realizador visual se iba fortaleciendo gracias a la cámara portátil que compré
con mi primer aguinaldo, la cual no dejaba de utilizar ni para tomar fotos o
grabar video. Decidí entonces en hacer el proceso de admisión para poder cursar
en la Escuela de las Ciencias de Comunicación Colectiva (ECCC), así mediante
ese portillo académico intentaría a largo plazo poder encontrar algún trabajo
en el campo.
Carnet A93…
Dejé mi trabajo de informático luego tres años de ejercerlo,
saliendo en buenos términos y sin ningún conflicto o drama de por medio. Posiblemente
por comunicarlo con bastante anticipación. Había aprobado el examen de admisión
con una nota de casi 200 puntos más que la primera vez que lo hice, pero
insuficiente para ingresar directo a la ECCC que año tras año aumenta el corte.
Con las materias de Estudios Generales cursadas con anterioridad en la UNED
quedé empadronado en Ciencias Sociales, pero en Historia. Carrera que hubiera
cursado con gusto apenas hubiera terminado el cole, pero que no me hacía gracia
llevar salvo en algunos cursos convalidables con ECCC.
Llegue a mi primer día de clases luego de viajar un par de
horas en el bus, para llegar a un aula en la Facultad de Ciencias Económicas donde
tenía el curso de Introducción a la Economía. A pesar que al final del semestre
lo reprobé, me pareció un curso bastante interesante; a pesar de las cuestiones que no comparto del
todo. Tiene detalles que al menos en mi se aplicarían un poco a futuro en lo
que me dedicaría después. Historia en tanto me agobiaría por la cantidad
bestial de lecturas en fotocopias asignadas cada semana. En el papel finalmente
yo era universitario, pero en el fondo no estaba tan convencido y no me daría
cuenta hasta después.
Video realizado para el taller literario que llevé en el II Semestre del 2009.
Mi fracaso como universitario radica en no solo en lo
fastidioso de los trámites burocráticos, el escaso interés en las clases (no
todas), el costo económico y mental que salía viajar cuatro horas en bus; tres
o cuatro días a la semana. Pero la cuestión que pesó más en mi deserción fue
entrar a la U con la película contada. No dudo que las universidades son centros
de diversidad de pensamiento, que permiten ampliar la visión de mundo de su
alumnado. No obstante con todo el respeto que merecen los universitarios, uno
comienza a entender al mundo cuando se tira en él a atrapar su primer trabajo
para poder subsistir.
Durante el 2007 fui muy activo en la lucha contra el TLC entre
Costa Rica y EE.UU. Mi patrón entonces era uno de los cabecillas del
movimiento. Aquel domingo 7 de octubre del 2007 muchos pusimos bastante carne
en el asador, la cual se terminó por quemar. La mayoría pudo superar el
resultado, pero yo no asimilaría rápidamente. Así que en el 2009 lejos de
entrar a la UCR como el ingenuo o idealista universitario que quiere salvar al
mundo, ingresé a la universidad con mucho sentimiento de desencanto. Pesimista y
fastidiado ante tanto discurso y textos que no me servirían para nada, junto
con mentalidades y formas de ser que continuamente se contradecían. Como
estudiante de Ciencias Sociales resulté bastante reaccionario, como ahí dicen.
Desertor.
La idea era llevar Historia con la esperanza de aumentar el
corte a la carrera deseada, pero no lo logré por falta de disciplina académica.
Nunca entendí cómo funcionaba el citado en APA y no tuve remordimiento en
desertar cursos, aunque si un poco si en ellos habían tareas grupales de
semestre. Posiblemente fue lo mejor no entrar a la ECCC; con una personalidad
un tanto ermitaña no compenetraría con algo que constantemente necesita de
relaciones humanas. Intenté luego en el INA un par de veces sin éxito. No
vendería un riñón para pagar la carrera de Cine y TV en la Veritas, si al final
seguiría dudando de lo que seguiría después. Ahora voy más a la imagen fija,
que a cuenta gotas me ha dejado me ha dejado algún billete en la zona donde
vivo. Luego me enrolaría con la micro-financiera de mi comunidad, la cual he
ayudado a dar crecimiento y proyección con mucho por hacer todavía.
Año y medio duró mi aventura universitaria, la cual llevaría
como doce cursos. Aprobando un tercio de ellos, reprobando otro y desertando el
restante. Por el edificio de sociales anduve bastante, también en económicas que
fue un lugar atípico para llevar un taller literario y en el laberinto que es
el edificio de la Facultad de Letras me perdí más de una vez. A pesar de todo
valoro sinceramente los tres semestres que estuve en la UCR. En ciertas cosas
fue muy enriquecedor aunque no tenga ningún cartón que lo haga constatar. La
experiencia en la universidad me puso en perspectiva mucho de lo que quiero (y
de cómo lo quiero) en la existencia.
Hoy si bien me dedico mucho a actividades muy opuestas a las
que tenía planeadas cuando ingresé a la UCR, a la fecha no he descartado nada.
Tengo fe de complementar ambas cosas. Voy sacándole jugo a la tecnología, la
información y el aprendizaje que ahora está más accesible. Ahora tengo mucha
libertad en lo que estoy haciendo, como de sacar una mañana entera en
pendientes de oficina, como al día siguiente puedo trabajar un poco la media
hectárea de café que voy a heredar para hacerla más productiva. Posiblemente
eso es lo que aspiraba realmente cuando dejé mi trabajo como informático;
flexibilidad de horario y trabajo, aunque suele ser más agotador si es uno el
encargado de llevar la iniciativa.
En las esporádicas veces que voy a San José siempre que
puedo vuelvo a darme una vuelta a la sede Rodrigo Facio en San Pedro de Montes
de Oca, con la esperanza de toparme y saludar a la gente del pueblo que estudia
ahí; como a las pocas personas que socialicé cuando iba a clases. Con todo lo
anterior no es la intención motivar a una deserción masiva de las universidades
públicas como la UCR. Mi caso lo considero muy particular. Pienso que los
estudios formales son un camino importante en el proyecto de vida de muchos,
aunque se debe entender que no garantiza el futuro. A esto va a quienes
apuestan por las universidades privadas, en especial las que prácticamente
consisten en garajes encabezados por rectores charlatanes que les interesa
lucrar sin educar. Aprendan solos o encomienden su educación a los que si tiene
vocación de impartirla.
Muy interesante leer toda esta experiencia personal tuya. Y el cortometraje con la imagen y la música del principio, me recordó a las películas de los 80 de Cronenberg en esa secuencia.
ResponderEliminarYo estoy en la universidad, quise haber hecho también alguna carrera de Cine o Audiovisual, pero es muy caro por aquí, y todo privado, era imposible para mí poder pagarlo. Al final estoy haciendo Derecho porque también me gustaba, pero comparto tu opinión en que las materias, o mejor dicho también, la forma en que se imparten muchas de ellas, hace que sea un hastío la universidad muchas veces.
Veré la película que me dijiste de One Day, porque ya me la recomendaron y llevo tiempo queriendo verla.
un saludo, Marco!
La música del corto como dice en los créditos es de Charly García, controvertido y genial músico argentino. La pieza instrumental que se escucha al comienzo y al final del vídeo se llama "Peces en el Aire". Es parte de una banda sonora que Charly compuso para una cinta argentina de aire futurista llamada "Lo que vendrá" (1988), en la que le dieron también un personaje secundario. Me hubiera gustado meter música original de algún compa músico, pero no se dio por cuestión de tiempo de lo que ya lo tienen.
EliminarLamentablemente el gremio audiovisual resulta muy limitado, siendo generalmente reservado para gente de más recurso económico que se puede (o les pueden) costear la carrera; más el equipo y materiales necesarios. A mí me gustaría volver a la universidad, pero para llevar algunos cursos libres en cuestiones más especificas. Alguien tan cabezón como yo no tendría la disciplina de llevar una carrera. Ojalá saque la suya bien y pronto. No va ser que la pantalla de plasma que tienen de presidente le tenga preparado más recortes preparados, elevándoles aún más el costo la educación.
Jajaja me hizo mucha gracia lo de "la pantalla de plasma que tienen de presidente", ¡no lo podías haber descrito mejor! Sí, la verdad que vaya gobierno horrible que tenemos... detestables todos, y lo de los recortes está haciendo mucho daño. Efectivamente a ver si acabo pronto, que sino me van a pillar las subidas, de momento a mí no me están afectando tanto como a otros porque estoy en el plan de estudios que se está extinguiendo, como implantaron uno nuevo, no sé si escuchaste algo del Plan Bolonia... es una historia que sé sacaron acá para privatizar más la universidad pública con la excusa de que nos adaptábamos a Europa...
EliminarRespecto a tu comentario sobre Tarantino, sí estoy de acuerdo en eso de que es como un niño grande, y que toma todas esas referencias para sus películas, pero me hace gracia las cosas que retrata y la forma en la que lo hace, aunque no soy devota de todas todas sus películas, de las que ha hecho ha habido unas cuantas que me han gustado mucho.
Un saludo Marco! :)