2 de abril de 2011

Paréntesis

Hoy quiero hacer una especie de confesión personal. En entradas pasadas lo había insinuado, pero creo que este es el momento de hacerlo abiertamente. Mi fiebre por las películas hizo que naciera este blog, no tanto por la necesidad de digerir en palabras la impresión que me dio una cinta en particular; sino en imaginarme cómo sería yo detrás de cámaras. Así es, este bloguero que en ocasiones da la impresión de ser un seudo crítico de cine pedante y sabelotodo, tiene aspiraciones de ser cineasta.

No hilemos fino de esto último. Aún por lo que me ha dado en experimentar, por ahora solo soy una hoja en blanco sin estudios formales. La única escuela de cine que conozco y tengo a la mano es la influencia creativa que brindan, desde una película muda de Charles Chaplin a una cinta costarricense sin música y poco diálogo ambientada en Bahía Ballena. Sin embargo, por más que me jacte de ver la nouvelle vague francesa, las obras maestras de Buñuel, Bergman, Tarkovsky y compañía o vea el cine más vanguardista e indie de hoy; mis comentarios por más despampanantes que sean no me harán mejor artista que al artista en sí. Más trabajo tiene en manos el artista que un crítico de cualquier arte. Por eso en cuestión de cine encuentro más crédito quien lo hace, a los que de momento nos limitamos a verlo y comentarlo.

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