Había perdido toda esperanza de ver esta película en cine,
pero en eso sale un estado en Facebook de Sala Garbo anunciando el estreno de
esta película en su sala ubicada en el Paseo Colón. La Sala Garbo es el único
reducto de cine independiente que se mantiene activo en el país, el cual ya se
va avasallando a los multicines de los centros comerciales del Área Metropolitana.
No la conocía hasta éste domingo que fui en la tanda de 4pm, lluvia incluida en
compañía de dos colegas. La entrada es relativamente cara, pero es entendible tratándose
de que las películas que se exhiben son de una alta calidad artística.
Sala Garbo no es muy grande, pero es acogedora y cómoda.
Ideal para un tipo de películas ajenas al gusto y entendimiento de los “comepalomitas”
que hacen fila en las boleterías para ver la cinta de su héroe de historieta
favorito. Fue bueno esperar más de un año a su estreno para ver “El Árbol de la
Vida” en pantalla grande dentro Sala Garbo, pues en el resto de cines del Área
Metropolitana la audiencia hubiera vaciado la sala a la media hora de película;
como cuando pasó en su estreno en EE.UU. y Europa en las salas comerciales.
Donde la mayoría de público esperaba ver “la última de Brad Pitt” y no la
última de Terrence Malick.
Lejos de ese público necio de esos que pasan pasando
mensajes y contestando llamadas durante la película o del que se comporta como
si estuviera en un circo, la Sala Garbo en cambio tiene un público interesante
y particular. Como alguien que frecuenta raras veces el Valle Central me llamó
la atención ver una película en la misma sala en la que están gente conocida del
acontecer cultural del país, incluso políticos como el ex diputado de Frente
Amplio José Merino. El buen ambiente es garantizado para quienes vamos a ver
películas con la misma solemnidad con la que un santulón va a la iglesia.
De “El Árbol de la Vida” no hay que decir mucho, pues ya la he divagado de sobra en este sitio anteriormente. Es de las cintas que ponen en
perspectiva la existencia y que a uno lo hacen sentir mejor persona, pese en
ocasiones se es lo contrario. Terrence Malick va muy apegado a su estilo
panteísta de hacer películas, con diálogos introspectivos e imágenes visuales muy
propias de él, junto con algunas otras que recuerdan a lo más evocador de Kubrick
o Tarkovsky. Malick desde sus comienzos con “Malas Tierras” en 1973 ya trabaja virtuosamente
la fotografía de una forma muy original. Eso va a quienes quieren bajar de
categoría a un cineasta injustamente infravalorado, quizás por su atípico carácter
de no querer figurar en los medios. Para trascender Terrence Malick ha
demostrado que lo bueno no ocupa mucha publicidad.
Al terminar la película
ResponderEliminarla tarde del domingo en San José
fue muy acogedora...
Buena cinta
porque aún siento
algo acogedor
de la ciudad
la casa
el campo...