Isla Uvita. |
A una semana del asesinato de Jairo Mora abogo al escapismo en la galería fotográfica de un viaje que emprendí al Caribe hace seis años. Fotos de un
Limón idílico e interesante, el cual me es difícil asociar como a una más provincia
más de Costa Rica.
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A la provincia de Limón solo he viajado una vez en lo que tengo
existiendo. De la zona Atlántica del país que emergen un incontable dial de noticias
relacionadas con la criminalidad y el narcotráfico. Algo que los medios tradicionales
ponen por encima de su vasto y húmedo tesoro verde. Ese fin de semana que pasé
allá conocí la sombría autopista Braulio Carrillo, línea asfáltica que conecta
el Valle Central y el Caribe en pocas horas entre la espesa selva del homónimo
Parque Nacional. El paisaje cambia a campos más llanos, donde es son comunes el
ganado, las inmensas plantaciones de piña y banano para exportación. Además de
los vestigios de la abandonada línea ferroviaria, que durante casi un siglo fue
la única vía de comunicación al puerto de Limón.
Una mayoría afroamericana, descendientes chinos, pañas (como se refieren a los blancos),
entre otras etnias conforman la
multicultural ciudad portuaria de Limón. Lugar que gira alrededor de la
actividad de sus muelles; que como el resto de la provincia posee un gran
trasfondo histórico el cual es plasmado con folklore, nostalgia y denuncia
social por parte de escritores como Anacristina
Rossi, Carlos Luis Fallas, Quince Duncan o Joaquín Gutiérrez. Limón
no es como cualquier lugar de Costa Rica, más anglo hablante que ninguna otra
región del país. Tiene sus propias reglas y con ellas se pueden ganar
fácilmente amigos o enemigos en un parpadeo.
El itinerario obliga a elegir la encrucijada entre el
despoblado noreste, en el cual están los fascinantes manglares de Tortuguero en
dirección a Nicaragua. O un sureste más heterogéneo de paisaje y población, que
va en ruta hacia Panamá. Se escoge esta última opción y nadie de la excursión
se arrepiente. Se siguen muchos kilómetros en línea recta hasta cruzar el Valle
de la Estrella, con extensas hectáreas bananeras de las de que se describen
descarnadamente en Mamita Yunai.
Cerca de ahí se llega hacia la playa y el Parque Nacional Cahuita. La parada no
es ahí, aunque igual se añora.
La vía asfaltada desaparece momentáneamente para adentrarse
en el lastre. No hay drama salvo por un neumático ponchado que cobra factura
por el camino, obligando una escala en Puerto Viejo que es una de las playas más
reverenciadas del Caribe nacional. Más rural que la urbe portuaria, no deja de
ser menos exótica. Lugar para cabañas vistosas de extranjeros y nacionales
exiliados de la rutina. Se muestra apacible de día y sin misericordia de noche,
al aparo ocasional del olor a marihuana.
El punto de ruta a llegar es a Gandoca. Reserva de vida
silvestre cuya playa suelen desovar las tortugas. Es difícil llegar y fácil
perderse, entre los caminos enlodados que colindan con algunas fincas
bananeras. El campamento se levanta en un patio alquilado de una casa en el que
se dormirá tranquilamente durante una noche. La mañana siguiente me levanto
temprano junto con mi primo para intentar ver por primera vez el sol emerger
desde el mar. No se notó mucho por lo nublado. Caminata de rigor a un par de
kilómetros de arena; topándonos con pescadores locales, biólogos y voluntarios
ecologistas. Hasta llegar a un bonito espejo de agua entre el manglar. Pronto
es hora de irse, pero no a casa.
La frontera panameña no quedaba lejos de la reserva de Gandoca-Manzanillo,
así que no perdimos la oportunidad de ir a conocerla. El río Sixaola es el
primer punto limítrofe que separa Costa Rica y Panamá. Para cruzar la frontera
hay que pasar por un centenario y destartalado puente, que data de la época del
apogeo del poderoso enclave bananero de la United
Fruit Company; empresa norteamericana que derrocó a más de un presidente
costarricense. Nunca había estado en un lugar tan multicultural. En el lado
panameño había un depósito libre conformado de comercios de propiedad china y
gente de ascendencia árabe. Sumado a los habituales afro caribeños, pañas y bribris.
Era
el momento de emprender el regreso, haciendo escala eso sí en la ciudad de
Limón para almorzar. No nos quedamos lo suficiente como para conocer lugares
legendarios como el edificio de la Black Star Line,
pero si desde un malecón tuvimos chance de contemplar la isla Uvita. Lugar en
el que erróneamente se cree que Cristóbal Colón desembarcó en su cuarta
travesía al continente. Regresamos no por dónde venimos, sino por la ruta de
Turrialba. Es más larga y antigua que la autopista Braulio Carrillo, pero
cuando no hay prisa por llegar es ideal para ver cómo cambia el paisaje con
cada kilómetro recorrido. De palmeras y bosque tropical, pasando por potreros
ganaderos a cruzar cañaverales y cafetales. Luego la bruma característica de la
provincia de Cartago se hace presente y en una hora se llega a casa.
No conocía lo de Colón y la isla Uvita, ni muchas cosas que comentas de Costa Rica, suena como un hermoso lugar, me encantó como describiste todo el paisaje y las experiencias del viaje. Terrible que por intentar defender a los animales y los derechos medioambientales sucedan cosas como la de Jairo Mora. No sé si te lo comenté ya alguna vez, creo que sí, pero estoy estudiando derecho y justo la parte de medioambiental es una de las que más me interesa, e intento participar en todo tipo de campañas de organizaciones, etc., y es terrible que sucedan cosas como ésta.
ResponderEliminarYa vi tu comentario en mi reseña de To the Wonder de Malick. Muy interesante lo que comentaste, y me gustó mucho saber tu opinión :)
¡Saludos Marco!
A la etnia afrocaribeña que es la predominante de la zona, no se le permitió entrar en la capital hasta hace más de sesenta años. Limón es un mundo aparte entre las siete provincias que conforman mi país. Fue una sede importante del movimiento panafricanista de Marcus Garvey, quien fue "un Martin Luther King" que tuvo mucha influencia a principios de siglo XX en la comunidad negra en el caribe y Estados Unidos. Hay un libro que se llama "Limón Blues" que detalla mucho de esa época.
EliminarLo de Jairo Mora ha indignado mucho. Fuera de las fronteras ha sido un golpe bajo al doble moralismo de aquí, que vende a CR como paraíso al mundo mientras que dentro del país se muestra poco conservacionista. Nuestra presidenta tiene una gestión tan memorable como la de su ilustre Rajoy.
Cristobal Colón si llegó con sus barcos a la isla Uvita, pero estaba muy enfermo para desembarcar a tierra (los historiadores me corregirán). Se cree que en marea muy baja se puede acercar caminando desde el litoral, parecido al Mont St. Michel en la película de Terrence Malick. A pesar de los defectos que le encontré "To The Wonder" me fascinó mucho. Ojalá no tarden mucho las siguientes cintas de Malick, las cuales de seguro harás detalladas reseña como la que leí en TB.
Saludos Mara.