Con el estreno sorpresivo (para mí) de Somewhere (2010) en el país, me entró curiosidad en comentar la corta filmografía de esta hija de la Familia Coppola. Cuyo padrino quizá no sea un miembro de la Cossa Nostra, aunque sí es un Vito Corleone de la industria de Hollywood. Francis Ford Coppola que estaba entre rebelde o complaciente, ahora trata de ir por el camino indie con producciones más modestas o con más pretensión artística.
No nos desviemos del tema. Para Sofia Coppola estar en el mundo de las películas radica entre sus primeras nociones de existencia. La vemos ser bautizada en el Padrino, aunque también recordamos su no tan memorable participación en el Padrino III; en una movida de último momento tras la salida de Winona Ryder en la producción. Por eso y para bien Sofia Coppola se ha limitado estar tras bastidores detrás de la cámara, que al igual que su padre ha heredado el nepotismo característico de la American Zoetrope; la productora de Francis que apadrina sus largometrajes.
Ahora bien, los primeros pasos de Sofia Coppola como realizadora los podemos ver algo atrás de su primera película Las Vírgenes Suicidas (1999). Vemos mucho de ella en el segmento dirigido por su padre en Historias de Nueva York (1987), que al parecer la idea original fue de ella. Comenzaría a estar de lleno con su cortometraje Lick the Star (1998), relato fugaz de vivencias de colegialas por encajar en un grupo. Ese corto sería indicador de la identidad de Sofia Coppola en sus futuras cintas.
Ahí va para muchos la sobrevalorada opera prima de Las Vírgenes Suicidas. Un aparente drama de colegialas ambientado en los años setenta. Sin embargo, Coppola no quiere caer en lo idiota y chapucero de las películas sobre colegiales de hoy y en cambio da un toque más personal como lo haría en el resto de sus películas. Indiferente para la mayoría del público que no logra identificarse con sus personajes, las vírgenes suicidas tratan un grupo de hermanas encerradas en jaulas de cristal por sus puritanos padres. Tal claustrofobia hace que la menor de las hermanas se mate a sí misma lanzándose de una ventana. No sin antes escribir un diario que cae en un grupo de chicos obsesionados por la compleja personalidad de las hermanas Lisbon.
Las chicas Lisbon, aún alegres o risueñas en sus doradas cabelleras, ocultan al igual que las escritoras Sylvia Plath o Virginia Woolf los sentimientos reprimidos de una juventud que viven a cuenta gotas. Solo Lux (Kirsten Dust), la más rebelde y precoz de las Lisbon logra salir por un momento de esa jaula de santurronería para probar el sexo. Tal osadía le saldría caro tanto a ellas como a sus hermanas, aun sin tener vela en el entierro serían confinadas a su casa de por vida. Salvo con los bocados escapistas que un grupo de desapercibidos colegiales les comparten mientras imaginas sus propias experencias con ellas.
Como primera película me resulta bien cuidada, en especial en aspectos que serían sus puntos fuertes a futuro. Como son la puesta en imagen y esos silencios que como lo he subrayado bastante, dicen más que los exasperantes diálogos de algunas cintas. No obstante, no todo lo que haga Coppola a futuro será de aplaudir (aún de sus seguidores). Pero eso será en la siguiente pedrada… DIGO, entrada.
No nos desviemos del tema. Para Sofia Coppola estar en el mundo de las películas radica entre sus primeras nociones de existencia. La vemos ser bautizada en el Padrino, aunque también recordamos su no tan memorable participación en el Padrino III; en una movida de último momento tras la salida de Winona Ryder en la producción. Por eso y para bien Sofia Coppola se ha limitado estar tras bastidores detrás de la cámara, que al igual que su padre ha heredado el nepotismo característico de la American Zoetrope; la productora de Francis que apadrina sus largometrajes.
Ahora bien, los primeros pasos de Sofia Coppola como realizadora los podemos ver algo atrás de su primera película Las Vírgenes Suicidas (1999). Vemos mucho de ella en el segmento dirigido por su padre en Historias de Nueva York (1987), que al parecer la idea original fue de ella. Comenzaría a estar de lleno con su cortometraje Lick the Star (1998), relato fugaz de vivencias de colegialas por encajar en un grupo. Ese corto sería indicador de la identidad de Sofia Coppola en sus futuras cintas.
Ahí va para muchos la sobrevalorada opera prima de Las Vírgenes Suicidas. Un aparente drama de colegialas ambientado en los años setenta. Sin embargo, Coppola no quiere caer en lo idiota y chapucero de las películas sobre colegiales de hoy y en cambio da un toque más personal como lo haría en el resto de sus películas. Indiferente para la mayoría del público que no logra identificarse con sus personajes, las vírgenes suicidas tratan un grupo de hermanas encerradas en jaulas de cristal por sus puritanos padres. Tal claustrofobia hace que la menor de las hermanas se mate a sí misma lanzándose de una ventana. No sin antes escribir un diario que cae en un grupo de chicos obsesionados por la compleja personalidad de las hermanas Lisbon.
Las chicas Lisbon, aún alegres o risueñas en sus doradas cabelleras, ocultan al igual que las escritoras Sylvia Plath o Virginia Woolf los sentimientos reprimidos de una juventud que viven a cuenta gotas. Solo Lux (Kirsten Dust), la más rebelde y precoz de las Lisbon logra salir por un momento de esa jaula de santurronería para probar el sexo. Tal osadía le saldría caro tanto a ellas como a sus hermanas, aun sin tener vela en el entierro serían confinadas a su casa de por vida. Salvo con los bocados escapistas que un grupo de desapercibidos colegiales les comparten mientras imaginas sus propias experencias con ellas.
Como primera película me resulta bien cuidada, en especial en aspectos que serían sus puntos fuertes a futuro. Como son la puesta en imagen y esos silencios que como lo he subrayado bastante, dicen más que los exasperantes diálogos de algunas cintas. No obstante, no todo lo que haga Coppola a futuro será de aplaudir (aún de sus seguidores). Pero eso será en la siguiente pedrada… DIGO, entrada.
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