23 de febrero de 2011

Acto II: ¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!

Aún por lo corto de su trayectoria, tengo cierto culto por las películas de Sofia Coppola . No porque le sobrevalore por pertenecer a su clan familiar, sino porque empatizo con algunos de sus personajes. No son mostrados en pantalla de forma exagerada, sino como son las personas reales. Nada sobreactuados. No obstante, esto no le salva para que le tolere una película como Maria Antonieta. Una película tan azucarada que termina dando mal de estómago.

En Cannes se estrenó en el 2006, entre abucheos por parte de los mismos franceses. No es para menos, la frivolidad que se ve en gran parte del metraje resulta tan exasperante que es un insulto a una época de importantes cambios como lo fue la Revolución Francesa. Como la última película de Quentin Tarantino, Marie Antoinette (2006) no se va por el convencionalismo de películas de época. En cambio da un tono más pop y despreocupado a sus personajes, aristócratas pedantes e ineptos que no parecen ser los aptos para conducir un país. Salvo para desvelarse en fiestas desenfrenadas, juegos de azar y resacas matutinas.

Objetivamente hablando no resulta ser una película tan mala, tiene sus virtudes y ahorita se las mencionamos. Pero demos campo primero a mi imparcialidad. Veámoslo así: por un lado yo, una persona de área rural procedente de las laderosas montañas de Tarrazú, cafetaleras por excelencia; que se gana algo de dinero en los veranos recolectando esos granos bajo el sol o la lluvia. Para que se tuesten, se procesen, se empaquen y se exporten a países que pagarán bien por ellos. No creo que los clientes de las cafeterías europeas comprendan que mucho del café que beben es recolectado por aborígenes mal pagados, que trabajan los siete días de la semana desde que amanece hasta anochecer. Todo el año, salvo cuando tienen que desplazarse como nómadas de un lugar a otro. Es irritante que la princesita Maria Antonieta suelte lágrima viva solo porque no puede llevar a su mascota sarnosa al Palacio de Versalles. Estamos en realidades muy distintas. Si bien pertenezco a un país tercermundista, al menos mi mundo es más real que la empalagosa repostería que rodea a la sola y frívola Maria Antonieta. Ni qué hablar del Luis no se qué, peor para él que aún no habían inventado el viagra.

Hay pocos minutos de la película en donde veo a la Sofia Coppola de siempre. Cuando saca a la reina adolecente del Versalles a su cabaña de campo, para no mostrarla como reina sino como una persona cualquiera. Entre el colorido rural y la melancolía propia de los personajes de Las Vírgenes Suicidas o Lost in Traslation. La música fue de lo que también se le criticó. A mí no me vino mal, son melodías de mi presente. Aunque lucirían mejor en otras cintas. Reconozco también que la directora no buscaba glorificar al personaje, pues en distintos momentos también lo juzga con dureza. Pasando factura a sus parrandas y lujos desenfrenados, pero pudo haber hecho más.

Quedé con la ganas de ver a don guillotín haciendo de las suyas al compás de la marsellesa. Solo podré deleitarme de esa fantasía en mi imaginación.

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