13 de noviembre de 2010

Viaje sin retorno al corazón de las tinieblas

The End

Este es el fin, bello amigo
Este es el fin, mi único amigo, el fin
De nuestros elaborados planes, el fin
De todo lo que se tenga en pie, el fin
Sin seguridad o sorpresa, el fin
Nunca miraré dentro de tus ojos
Otra vez

Puedes hacerte una idea de lo que será
Tan ilimitado y libre
Desesperadamente necesitado
De la mano de algún extraño
En una tierra desesperada

Perdido en una tierra salvaje, libre de dolor
En donde todos los niños están dementes
Todos los niños están dementes
Esperando a la lluvia de verano…

Jim Morrison (The Doors)

El comienzo de Apocalypse Now parece de lo más contradictorio. Para su realizador, Francis Ford Coppola le pareció interesante y adecuado ya que esta canción es la esencia de toda la película. No será la única vez que se escuche. Imágenes sobre puestas de helicópteros volando en diferentes direcciones, una jungla quemada por el napalm, el cuarto de un hotel y un ventilador que hipnotiza al sonámbulo Capitán Willard (Martin Sheen) nos muestran una historia que partirá desde el comienzo en la visión del personaje. La cual se irá ensombreciendo con cada minuto del metraje.

De una forma u otra cada uno obtiene lo que quiere. Quería una misión… y por mis pecados me dieron una.

Willard.


Benjamin Willard es un soldado de inteligencia (espionaje), que recibe la misión de asesinar al ex coronel boina verde Walter E. Kurtz (Marlon Brando). Este militar dotado en virtudes renegó del ejército para seguir peleando por su cuenta, liderando tropas proscritas entre nativos y desertores que veneran a Kurtz como un dios. Yace escondido en lo profundo de la selva camboyana, Willard en compañía de una tripulación en bote, se adentrará en el río Nung para dar con el coronel.

La película está basada en el libro El Corazón de las Tinieblas, escrito por Joseph Conrad en 1899. Es inspirado en el viaje que hizo el escritor al Congo Belga cuando fue marino mercante. En su obra Conrad relata toda la inhumanidad del colonialismo y la pérdida del juicio de quienes están implicados en esas aventuras. Coppola consiguió los derechos del libro, trasladando el argumento del África colonial a la Guerra de Vietnam.

John Wayne y su hipócrita visión de Vietnam

Debemos matarlos, debemos incinerarlos, cerdo tras cerdo, vaca tras vaca, aldea tras aldea, ejército tras ejército, y me llaman asesino, ¿cómo hay que llamarlo, cuando los asesinos acusan a los asesinos? Mienten, mienten y tenemos que ser misericordiosos con los que mienten. A esos peces gordos, les odio, ¡cómo les odio!.

Kurtz.

Vietnam fue en opinión de sus realizadores una guerra psicodélica. Un conflicto que por sus atrocidades morales no llegó a ser tan manipulable en su propaganda, como si lo fueron la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Corea. John Wayne (con quien me cuesta ser imparcial) realizó una película a favor de esta guerra, que al mismo tiempo fue propaganda anti-comunista. The Green Berets (Boinas Verdes, 1968) está a un lado opuesto de lo que muestra Apocalypse Now. En plenos años sesentas, sigue la corriente de las películas bélicas de los años cuarentas.

La película de Wayne es un rotundo insulto a la realidad y los daños colaterales del conflicto. Boinas Verdes muestra a un ejército americano disciplinado, lúcido de mente y comprometido con su país; del cual no duda de la lucha contra los rojos de Vietnam Norte. Parte de lo que motivó a Coppola y a los suyos en hacer Apocalypse Now fue en mostrar lo que en realidad pasaba en la selva de sudeste asiático, en parte gracias a los testimonios de sus amigos que peleaban allá. Mariguana, LSD, Jimmy Hendrix o los Rollings Stones ocuparon lugar en la mente de jóvenes combatientes los cuales en mayoría no deseaban estar ahí. Muchos de ellos no regresarían enteros a casa, sobre todo en mente y espíritu.

Tanto ellos como los miles que protestaban en los EE. UU., eran ajenos al palabrerío patriotero que predicaba los promotores del conflicto. Por lo mismo, John Wayne jamás encontraría veneración entre los rebeldes sin causa de Woodstock.

Wagner, napalm y surf

— ¿Hueles eso? ¿Lo hueles verdad?

— ¿Qué es?

— Es Napalm hijo, nada del mundo huele como eso. Amo el olor a napalm por las mañanas. Una vez durante doce horas bombardeamos una colina, y al acabar subí, no encontramos ni un cadáver de esos amarillos de mierda. Que pestazo el de la gasolina quemada. Aquella colina olía a... a victoria. Algún día esta guerra terminará.

Kilgore.

En su travesía en el río Nung, Willard debe recurrir a la ayuda del temerario coronel Bill Kilgore (Robert Duvall) y su batallón de helicópteros. Kilgore parece estar tan demente como Kurtz, aunque de otra manera. Para él la guerra solo es un juego al cual le gusta pelearla a todo volumen en sintonía de la Cabalgata de las Valkirias. Celebre composición del alemán Richard Wagner, al que Hitler veneraba con pasión. Kilgore es también amante del surf, del que suele priorizar en medio de sus misiones de combate.

Uno no sabe que opinar de su monólogo del ataque con napalm. Cínico o cómico; un humor tan negro que resulta inmoral. No deja indiferente a nadie, hoy incluso forma parte de la cultura popular. En Vietnam hubieron muchos de esos comandantes, que como Kilgore no se exaltaban por las explosiones que caían a un metro de ellos. No son parte del patriotismo bélico que se predicaba y más bien encontraban en la guerra una fiesta en donde eran cumpleañeros todos los días.

Conejitas de play boy y semblanzas de My Lai

Charlie (el Vietcong) no consiguió mucho. Estaba demasiado metido o moviéndose demasiado rápido. Su idea del gran R y R era arroz frío un poco de carne de rata. Tenía solo dos caminos a casa: la muerte o la victoria. Nadie imaginaría que Kurtz pondría hierba en el culo del Comandante. La guerra estaba siendo manejada por payasos de cuatro estrellas, que terminarían dejando todo el circo atrás.

Willard


Era una manera que teníamos aquí en Vietnam de soportarnos a nosotros mismos. Masacrábamos a los vietnamitas con nuestras ametralladoras y les poníamos curitas. Era una mentira… y mientras más las vería, más odiaba las mentiras.

Willard.


Esto es una mirada bizarra en medio de tanta mierda.

Clean

John Millius co-guionista de la película comentaba en una ocasión sobre algunas semejanzas de Apocalypse Now y la Odisea de Homero. Una de esas es el simbolismo de las modelos de Play Boy con las sirenas en La Odisea, que tratan de desviar tanto a Willard como Ulises de su curso. Desde la Segunda Guerra Mundial se ha recurrido a las celebridades para animar la moral de los combatientes. Aunque como se nota en la película, el show que montan en la base de Hau Phat solo evidencia la mentalidad delirante de esos soldados. A diferencia de los marinos de Ulises, caen hipnotizados por esos cantos de sirena para encallar sin dirección entre la selva asiática.

En ese interminable viaje en bote a través del río Nung, Willard no es el único perturbado mentalmente por el ambiente. Cada uno de los tripulantes del bote va siendo sucumbidos por miedos y fristraciones, que terminan siendo descargados entre ellos mismo con la población vietnamita. My Lai fue solo un capítulo infame entre muchos otros que se ocultaron. William Calley, el oficial responsable de la matanza solo pasó tres años de arresto domiciliario; antes de recibir un indulto emitido por el propio Richard Nixon(1). Las masacres en el sudeste asiático no terminarían con la salida de los norteamericanos de Vietnam. Pol Pot y sus Jemeres Rojos en Camboya tendrían su cuota de culpa contra la humanidad.

Del puente Du Lung a los espectros de la Indochina Francesa.

Están en el culo del mundo, capitán

Lt. Carlsen


Willard: ¿Quién está al mando aquí?

Soldado: ¿No es usted?


Era como cenar con una familia de fantasmas. Aún quedaban centenares como ellos repartidos en Vietnam, tratando de convencerse de que seguían viviendo en los años cincuentas. Ya no eran franceses y jamás serían vietnamitas. Iban flotando en la historia sin rumbo y sin país. Se sujetaban por los pelos al igual que nosotros, solo que teníamos más pelo que ellos.

Willard (diálogo inédito)


Ustedes los americanos están peleando por el mayor sin sentido de toda la historia.

Hubert de Marais (versión Redux)


El recorrido del bote Street Gang por el río Nung se va volviendo más dantesco con cada kilómetro navegado. Pero es en la base de Du Lung cuando el viaje irá tomando otros estados más salvajes, tenebrosos y surrealistas. Bajo la influencia del LSD, Lance encuentra colorida la batalla nocturna en Du Lung. El sitio está sumido en la profunda anarquía, ante la falta de oficiales de mando. Esos chicos dementes de los que Jim Morrison canta al inicio están desesperados por encontrar el camino a casa. Algunos más pesimistas ven que la única forma de salir ahí es dentro de una bolsa negra.

Tras dejar atrás el caótico puesto de Du Lung, Willard comienza a entrar en los dominios de Kurtz. La niebla se vuelve más espesa, pareciendo un extraño portal que conduce a otras épocas anteriores. Aquí es cuando entra en escena la secuencia de la plantación francesa, la cual no fue incluida en el montaje original de 1979. Se incluiría con el reestreno de la película en Cannes en el 2000, bautizándose como Apocalypse Now REDUX. Versión que incluye casi una hora de escenas inéditas.

Antes de los norteamericanos, las tierras indochinas eran disputadas por la entonces potencia colonial de Francia y grupos independentistas autóctonos. El encuentro de Willard con los franceses de la plantación de caucho trata de explicar parte de lo que es el colonialismo, al mismo tiempo que es repaso de errores pasados que otros están volviendo a cometer. La presencia de Aurore Clément como la misteriosa viuda que gana la mirada de Willard, da un sensual tono atípico en una película bélica. De todas maneras parece primordial dentro de lo que propone Apocalypse Now.

The Hollow Man

Ojos que no me atrevo a mirar en sueños
En el reino del sueño de la muerte
Allí no aparecen:
Allí, los ojos son
Rayos de luz sobre una columna rota
Allí, es un árbol que se agita
Y voces
En el viento cantando
Más distantes y más solemnes
Que una estrella que se apaga.
No me dejen adentrarme más
En el reino del sueño de la muerte
Permítanme también que use
Disfraces convenientes
Piel de rata,
plumaje de cuervo,
maderos en cruz
Esparcidos por el campo
Comportarme como lo hace el viento
No más allá...

No ese encuentro último
En el reino crepuscular.

T.S. Eliot.


Solía creer que si moría en un lugar maldito entonces mi alma no iría al cielo. Pero ahora, diantre… no me importa dónde va mientras no se quede aquí.

Chef.


He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño… es mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar… y sobrevivir.

Kurtz.


Una parte de mi estaba asustado de lo que podría encontrar y lo que haría cuando llegara allí. Sabía los riesgos... o imaginaba que los sabía. Pero lo que sentía era mucho fuerte que el miedo... era el deseo de confrontarlo.

Willard.


El cauce del río parece ir llegando a su fin. La niebla termina por mermar el espíritu, igual que los tétricos altares construidos en las riberas hechos con huesos y cráneos humanos. Willard aún no puede ver a Kurtz, pero sabe que está cerca y que lo observa. La luz anaranjada del día baña el río Nung, mientras los altares en llamas son los que marcan el rumbo en la noche. Ruinas como las ciudad de Angkor emergen a la vista de los tripulantes del bote, adornadas con cadáveres humanos. Son esperados por decenas de nativos, liderados por la exhaltación de un fotógrafo con aires esotéricos (Dennis Hopper, diez años después de Easy Rider). Willard finalmente ha llegado a la morada de Kurtz.

En la novela de Conrad Kurtz es un famélico hombre, del cual vive del tráfico de marfil y la idolatría de los nativos. A pesar de las dificultades que le generó a Coppola, me cuenta imaginar a otro actor que no fuera Marlon Brando en el rol de Kurtz. Gordo y calvo, estaba ya muy lejos de la imagen galante de los años cincuentas. La verdad hay mucho en común de Brando con su personaje.

Ambos eran individuos llenos de virtudes, premiados y aclamados por los demás. No parecía que nada les pusiera freno hasta que viraron de rumbo por propia cuenta. El Kurtz-coronel se rebela contra las mentiras en que se basaron la guerra de Vietnam. Brando rechazó su segundo Oscar, para enviar en cambio a una indígena que fue abucheada por restregar la hipocresía de los peces gordos de Hollywood; en cuanto al trato de la imagen del nativo americano en el cine. Con este gesto, Brando escupía a la cara a la misma gente que lo aduló en otros tiempos.

Se quebró por todos los demás y se quebró consigo mismo, nunca había visto a nadie tan quebrado...

Willard.

Tras su encuentro con el coronel, Willard se da cuenta que el viaje lo convirtió en la misma persona a quien se le ordenó eliminar. Comprende finalmente los motivos de Kurtz, junto con todos acontecimientos que entraron de por medio. Entiende que la mentalidad del coronel va más allá de las ideologías que se pregonan en Washington o en Moscú, en Saigón (hoy ciudad Ho Chi Min) o Hanoi. Nunca será aceptado por dos bandos que disputen el control de la razón, que salga un tercero que les eche en cara las mentiras y la hipocresía que predican cada uno.

Making of…

No se puede ser un artista y vivir tranquilo.

Francis Ford Coppola.

La aventura de la película no fue tan arriesgada como si lo fue hacerla. Durante su estreno en el Festival de Cannes Coppola afirmó que su película no era sobre Vietnam, ERA Vietnam.

Se intentó hacerla en pleno conflicto. Las productoras le cerraron las puertas, ya que la guerra para entonces era tabú. Décadas atrás Orson Welles intentó realizarla, interpretando el mismo a Kurtz. Por lo costoso del proyecto se limitaría hacer Ciudadano Kane, dejando por muchos años el proyecto archivado hasta que Coppola y sus amigos de la American Zoetrope lo desempolvarían para realizarlo ellos por su cuenta. El documental Hearts of Darkness: A Filmaker´s Apocalypse relata con detalle las dificultades de la filmación de la película.

Por motivos políticos no pudieron ir a Vietnam y en cambio recurrieron las Islas Filipinas. Coppola viajó con su toda su familia, desde su esposa Eleonor a la pequeña hija Sofía que solo tenía cuatro años. Las Filipinas estaban gobernadas por el dictador Ferdinand Marcos, con el que Coppola tuvo que ser muy persuasivo para que le facilitara material bélico, sobre todo en las escenas de Kilgore con los helicópteros. En las islas Filipinas Marcos peleaba contra una insurgencia comunista en las islas de sur, en la que usaba los mismos helicópteros empleados en la película para combatir a la guerrilla. Más de una vez esos helicópteros abanaron el rodaje en media escena. Incluso se rumoreaba que la guerrilla llegó encontrarse a unos 20 km del lugar de grabación.

Hay quienes se atreven a comentar sobre si alguien estaba más demente que Kurtz, era mismo Coppola. Más de una vez peligró la finalización de su película, sobre todo cuando al actor Martin Sheen sufrió un ataque al corazón que lo dejó fuera del rodaje cinco semanas. Un tifón destruyó los decorados de los dominios de Kurtz, dejando incomunicadas a varias unidades de producción. Llegó a empeñar sus bienes para buscar más dinero y así tener el control creativo de la historia.

Aún así, entre huracanes, problemas de presupuesto, cambios de actores o los caprichos de Brando; Coppola pudo terminar su película en tres años durante más de 250 días de rodaje. Cannes le aplaudiría y aún hoy continua siendo comentada o referenciada en la cultura popular. Es el resultado de un todo o nada por el que pocos realizadores se atreverían arriesgar.

FICHA ARTÍSTICA

Nombre: Apocalypse Now.
Año: 1979.
Director: Francis Ford Coppola.
Guión: John Millius y Francis Ford Coppola.
Actores: Marlon Brando, Robert Duvall, Martin Sheen, Frederick Forrest, Albert Hall, Lawrence Fishburne, Harrison Ford y Dennis Hopper.
Música: Carmine Coppola, Rollings Stones, The Doors, Richard Wagner.
Países: EE.UU.
Idioma: Inglés.
Duración: 153 minutos.


2 comentarios:

  1. Pongo a tu disposición en Cinearte dos películas de Berlanga:

    Bienvenido, Mr.Marshal y El verdugo.

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  2. Bienvenido... está en entradas de diciembre 2009

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