26 de agosto de 2010

El western crepuscular de John Ford (Primera parte)

Lo he citado reiteradamente en este mes. Ahora es momento para escribir más abiertamente sobre él. Hijo de inmigrantes irlandeses, comenzó a dirigir películas desde los años del cine mudo donde fue muy prolífico. En sus trabajos no se limitó a las películas del oeste. Dirigió importantes películas dramáticas, bélicas y de aventuras.

Fue alguien de contrastes. Llegó a dirigir películas de denuncia social como The grapes of wrath (Las uvas de la ira, 1940); un relato fiel de los EE.UU durante la Gran Depresión de 1929. Se salvó de la ira Macartista, entre otras cosas, por su célebre frase “Soy John Ford, hago westerns” cuando fue citado por el Comité de Actividades Anti-Norteamericanas; ganándole el pulso al director Cecil B. DeMille, su acusador. Mostró sus simpatías con el Partido Republicano, del cual muchos de sus actores eran seguidores. Llegó a apoyar a Richard Nixon y la Guerra de Vietnam. Sus primeros westerns eran racistas con indios y mexicanos, mientras la caballería y los cowboys cabalgaban en la gloria.

The Searchers (1956)

A pesar de mostrar prueba de esas convicciones políticas, hay quienes lo recuerdan por mostrar ideas progresistas. Ya a mediados de los cincuentas el macartismo iba en declive y Hollywood comenzó a ser menos caso a las listas negras. Ford entonces aprovechó para cambiar su actitud respecto al western, tuvo la oportunidad la realización de The Searchers (Centauros del Desierto, 1956). Película que también se conoce como “Más corazón que odio”.

De nuevo se ve a Monument Valley de locación y a John Wayne como protagonista. Pero el enfoque es diferente. El actor que más antipatía genera en este blog por fin tiene coraje para quitarse esa hipócrita imagen de héroe, que arrastraba desde 1939 cuando protagonizó La Diligencia (también de John Ford). Ya no es el todo perfecto sheriff y oficial de caballería de otras películas. Siempre es de los buenos, pero ahí no tanto. Ethan Edwards su personaje, un ex oficial sureño de la Guerra de la Sucesión, vuelve a casa varios años después de haber terminado el conflicto. El misterio lo rodea, es sarcástico, moralmente ambiguo y odia a rabiar a los indios.

Con su sobrino adoptivo (Jeffrey Hunter) emprende una larga persecución a una tribu de Comanches, que atacó el rancho de su familia y secuestró a su sobrina. La cabalgata se excede en meses y años, aumentando la obsesión de Ethan y ensombreciendo su actitud. Se vuelve temible a medida que avanza la película. Centauros del Desierto innovó en técnicas, con secuencias muy recordadas. Influenció mucho (aunque no parezca) a Martin Scorcese para Taxi Driver (1976), a Steven Spielberg en Encuentros de la Tercera Fase (1979) y a muchos otros realizadores. Siempre ha figurado en muchas listas de mejores películas. Aún así, John Ford tendría mucho por contar y enmendar.


Two Rode Together (1961)

En su momento no fue gran cosa, incluso para el propio Ford. Con el tiempo ya se le considera clásico y hoy figura en la lista de TCM, como una de las 50 películas que se deben ver antes de morir. La historia en Dos Cabalgan Juntos se semejante a Centauros del Desierto, aunque más sombría y abierta en su denuncia. Familias de granjeros esperan respuesta ante el secuestro de niños por parte de Comanches, hecho unos años atrás. Un par de hombres se adentrarán en territorio indio para negociar la devolución de los niños blancos. Uno es Richard Widmark, como un entregado y honesto oficial de caballería; mientras James Stewart es un cínico y corrupto sheriff que accede a regañadientes a la misión. Busca sacarle un provecho económico a la misión, a costa de la angustia de los granjeros.

La película trata un tema delicado en cuanto a la realidad de los niños blancos secuestrados por indios. Si llegan pasan la pubertad como comanches jamás vuelve a ser como los blancos. Olvidan su idioma, sus costumbres, hasta sus seres queridos. Nunca se vuelven a adaptar en la sociedad que los engendró. Aún con piel blanca solo serán seres salvajes que gruñen y maldicen en comanche para los blancos. De esta manera es como lo resume completamente borracho por el whiskey el personaje de James Stewart, con todo nihilismo le dice esa realidad a una de las familiares de los niños secuestrados. Es de los mejores diálogos de la película, como varios otros que no dejan a nadie indiferente.

A pesar del tono negativo de su personaje de James Stewart, se nota que se va humanizando con el transcurso de la película. No deja de ser antihéroe, pero llega transmitir simpatía. En la capsula en video que hizo TCM sobre la película, compara el contraste de los personajes de los dos actores. Antes de la película James Stewart interpretaba a los buenos, en tanto Widmark ganó fama actuando como villano. La capacidad de este par de buenos actores en experimentar personajes diferentes a los que suelen interpretar, da mucho crédito a una película que cumple en su contenido.

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